Filosofía social

Así mismo, comparte con la ciencia política la racionalidad jurídica en la sociedad para que todo ello sea eficaz en la práctica.

Por tanto, la filosofía social se centra en el estudio del hombre en cuanto ser libre y relacionable, pues su esencial sociabilidad no puede sino proceder de la creatividad consustancial a su naturaleza.

Sólo desde su libertad se entiende la sociedad como una determinación de su propia voluntad, y por ello es responsabilidad colectiva del grupo que la constituye.

Fue retomada por los jóvenes hegelianos, desapareció en Francia y proliferó en Alemania, dividiéndose en varias escuelas: la principal es la teoría crítica de la sociedad fundada y representada por la Escuela de Frankfurt (Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse), pero existen otras corrientes de filosofía social, representadas por el neokantismo en Alemania (Rudolf Stammler, Karl Vorländer, Ludwig Stein, Paul Natorp) o por el pragmatismo en Estados Unidos (en particular Charlotte Perkins Gilman y John Dewey).

En 1894, el término filosofía social apareció entonces en un significado sistemático, contemporáneamente en Georg Simmel[4]​ y Rudolf Stammler.

Está comprometida con el ideal de objetividad e investigación científica sin valores.

René König separa la filosofía social, que considera "particularmente primitiva" y caracterizada por una "inusual pobreza", de la ciencia.

[9]​ Ernst Topitsch considera que los principios de la filosofía social son fórmulas vacías.

Así, la crítica ideológica se centró en los mecanismos que sirven para mantener la dominación social.

En primer lugar, entra en tensión con una concepción tradicional de la teoría, que era en gran medida positivista o científico.

En la década de 1960, Jürgen Habermas elevó el debate epistemológico a un nuevo nivel en su ensayo Cognición e interés.

Ambas obras fueron escritas durante el exilio de los autores en Estados Unidos en la época del nacionalsocialismo.

En estas obras, Horkheimer y Adorno ya tocaban temas que han dominado el pensamiento hasta nuestros días.

El concepto de razón en la civilización occidental es visto como una fusión de dominación con una razón técnica que pretende poner todas las fuerzas naturales internas y externas bajo el control del sujeto humano.

En este proceso, sin embargo, el sujeto se anula a sí mismo, y ningún poder social (análogo al proletariado) es ya capaz de ayudar al sujeto a su emancipación.

En palabras de Adorno: «Porque en la fase actual del movimiento histórico su abrumadora objetividad consiste únicamente en la disolución del sujeto, sin que de él haya surgido ya uno nuevo, la experiencia individual se apoya necesariamente en el sujeto antiguo, el sujeto históricamente condenado, que sigue siendo para sí, pero ya no en sí.

El lenguaje musical se polariza según sus extremos: según los gestos de conmoción, las sacudidas del cuerpo por así decirlo, y la pausa vidriosa de los que están congelados por el miedo... Lo que una vez buscó refugio en la forma existe sin nombre en su duración.

Las formas del arte registran la historia de la humanidad con más fidelidad que los documentos.