149-152), que desencadenó una serie de ataques contra su persona.
Permaneció escondido hasta que pudo huir en avioneta a Francia, re-entrando en España en territorio sublevado, donde se le encomendó el cargo de vicepresidente de la Comisión de Cultura y Enseñanza de la Junta Técnica del Estado,[4] presidida por José María Pemán y que se ocupó de la depuración del profesorado escolar y universitario hasta la creación del Ministerio de Educación Nacional en 1938.
[9] Fue sucedido en diciembre de 1940 por Wenceslao González Oliveros.
[10] En el ámbito de su presidencia de este Tribunal, se reproduce la misiva que remitió al delegado nacional del Servicio para la Recuperación de Documentos, Marcelino Ulibarri solicitando su cooperación en la actividad del tribunal:[11]
También en su obra Los intelectuales y la tragedia española consideró a los maestros, a los profesores y a los intelectuales como «los máximos responsables de tantos dolores y tantas desdichas» como autores de una «infernal labor antipatriótica que pretendía desarraigar del alma española la fe de Cristo y el amor a nuestras glorias nacionales».