[5] El título lo eligió Cátulo Castillo por una anécdota que le contara su madre.
Cátulo nació en la casa, como era habitual en la época, y cuando su padre que esperaba en el boliche cercano fue avisado, corrió al hogar en medio de una lluvia torrencial, sacó en brazos al patio al recién nacido y alzándolo dijo: “Que esta agua del cielo te bendiga y te haga un hombre de bien”.
[8] José María Otero escribe que la canción “es una especie de meditación sobre el tiempo y sus contenidos…La intensidad de la escritura nos lleva a las imágenes imborrables que perduran encapsuladas en la memoria...Como una vaga conexión estética y estuviera pintando un cuadro.
El paisaje agiganta sus colores con el viento y le dan vida al entorno, al boyero y sus bueyes en deleitoso despliegue de la imaginación.”[1] En una nota sobre la conexión entre el tango y el campo, Pablo Emilio Palermo opina que El aguacero es un “estupendo poema que presenta el avance de la lenta carreta "sobre la triste extensión" azotada por la lluvia.
Dejada Buenos Aires se abría la campaña y con ella la inmensidad.