La última curda

«La última curda» es un tango compuesto en 1956 cuya letra pertenece a Cátulo Castillo en tanto que la música es de Aníbal Troilo.Cuenta Rivero que una noche calurosa de 1956 en el departamento del músico ubicado en un 2° piso de la calle Paraná enfrente del cabaré Chantecler, estaban Troilo, Rivero y el periodista Miguel Ángel Bavio Esquiú, que escribía en la revista Rico Tipo con el seudónimo de Juan Mondiola, con sus esposas.Pasaron así varias horas concentrados en la tarea y en algún momento salieron al balcón cuya ventana estaba abierta y vieron que una multitud se había agolpado en la acera de enfrente interrumpiendo el tránsito.Entonces, allí mismo, Troilo y Rivero ejecutaron el tango por primera vez en público.[3]​ Se destaca la letra por la riqueza del lenguaje, la destreza para construir imágenes, con una precisión maravillosa como las que resultan de “la ronca maldición maleva” del fueye, o “la lágrima de ron” o “el hondo bajo fondo donde el barro se subleva”, la de proporcionar conceptos que luego se han popularizado como “La vida es una herida absurda” o “Y es todo, todo tan fugaz que es una curda, nada más, mi confesión”.