Diálogos de carmelitas (ópera)

Los diálogos están en gran medida en recitativo, con una línea melódica que sigue estrechamente el texto.

Tiempo después Bernanos falleció víctima del cáncer, y su trabajo, sin nombre aún, fue titulado Diálogos de carmelitas por el editor.

En un principio se consideró que el guion era poco apto para materializarlo en una película.

Sin embargo tal petición no le entusiasmó, y Valcarenghi sugirió como alternativa el guion de Bernanos.

En Argentina se estrenó en el Teatro Colón de Buenos Aires en 1965, con Denise Duval, Andrea Guiot, Suzanne Sarroca, Renato Sassola y Helene Bouvier, dirigidos por Jean Fournet.

[3]​ En 1977 se estrenó la versión en inglés en el Metropolitan Opera de New York, con Maria Ewing, Régine Crespin, Shirley Verrett y Mignon Dunn, dirigidas por Michel Plasson.

En 1987 se transmitió por televisión, con Maria Ewing (Blanche), Régine Crespin (Mme.de Croissy), Jessye Norman (Mme.Lidoine) y Betsy Norden, dirigidas por Manuel Rosenthal.

En el convento, la alegre sor Constance le dice a Blanche, y para su gran consternación, que ha tenido un sueño en el que ellas dos morían juntas y dentro de poco tiempo.

Blanche y la madre Marie quedan impresionadas por la muerte de la anciana priora.

Sin embargo, todas deben estar de acuerdo, o la madre Marie no insistirá.

Las monjas suben al cadalso cantando Salve Regina, con dignidad y sin temor.

En el último momento, Blanche, que estaba escondida entre la multitud, aparece, ante la alegría de Constance.

Pero ella también sube a la guillotina, mientras canta los últimos versos del Veni Creator: Deo Patri sit gloria,/ Et Filio, qui a mortuis / Surrexit, ac Paraclito / In saeculorum saecula.... De las tres óperas compuestas por Francis Poulenc, Diálogos de carmelitas es la segunda, y a su vez la más extensa, más importante y más profunda, que contribuyó a su reputación como compositor especialmente dotado para la música vocal.

El mismo Poulenc acotó al respecto: “Mis monjas sólo pueden cantar música tonal.

Los diálogos son en su mayoría recitativos, con una línea melódica que sigue muy de cerca el texto buscando su máxima comprensibilidad.

La orquesta permite en todo momento a los cantantes desplegar claramente el texto, y en este aspecto se acerca al estilo de Pelleas y Melisande de Claude Debussy.

En estos cantos se siente el eco de la música sacra barroca.

En la magnífica escena final, el coro de monjas entona un Salve Regina mientras esperan ser guillotinadas en la plaza principal.

Escena final de la primera producción de La Scala
Cuadro realizado por una carmelita anónima que representa la ejecución de las carmelitas de Compiègne