Se ha propuesto que sería fruto del sincretismo entre una huaca local costeña y el dios creador Viracocha.
Para ser exactos, todos ellos nacieron y fueron moldeados por las yemas de los dedos del todopoderoso Viracocha.
Del mismo modo, Cuniraya se transformaba en cualquier elemento, eligiendo los más idóneos para consumar sus objetivos.
[1] En relación con lo anterior, existen dioses y personajes mitológicos andinos que tienen esta peculiar manera de manifestarse.
[8] Dicen que, en tiempos muy antiguos, el dios Cuniraya Huiracocha, convertido en hombre de aspecto pobre, andaba paseando con su capa y su cusma hechas harapos.
Con nada más que arrojar una flor de cañaveral llamado pupuna (objeto comparado a una lanza) abría un acueducto desde su fuente.
Como ella era muy hermosa, todos los huacas y huillcas la anhelaban fervientemente; sin embargo, esta diosa siempre los rechazaba.
Como había allí una lúcuma madura, depositó su simiente en ella y la hizo caer cerca de la mujer.
Al ver la apetecible fruta, la diosa Cahuillaca, contenta y libre de sospechas, se la comió.
Así quedó encinta sin que ningún hombre hubiera llegado hasta ella.
Nueve meses más tarde, como suelen hacer las mujeres, Cahuillaca también dio a luz, aunque fuese todavía doncella.
La curiosidad siempre estaba presente en la diosa, pues se preguntaba de quién podía ser hijo.
Cuando llegaron al lugar donde residía esa mujer, todas los huacas y los huillcas se sentaron; entonces ella les habló: “¡Miradlo!
Cuniraya Huiracocha, como suelen hacer los muy pobres, se había sentado a un lado; despreciándolo, Cahuillaca no se dignó en preguntarle a él, pues le parecía imposible que su hijo hubiera podido ser engendrado por aquel hombre pobre, habiendo tantos varones agraciados presentes.
En este punto, Cuniraya se encuentra con diversos animales, los cuales según la respuesta que le den, el dios los recompensaba o los maldecía.
De esta forma, el dios llegó hasta la orilla del mar; desde allí, Cuniraya nadó hacia las islas Pachacámac.
Poco antes, la diosa Urpihuachac había entrado en el mar para visitar a Cahuillaca.
Cuando quiso hacer lo mismo con la menor, esta se transformó en una paloma y alzó el vuelo.
Sin embargo, el astuto Cuniraya salió ileso del engaño y logró escapar.
[1] Se menciona que, en el lago Yansa o Yansacocha, existió un huaca de nombre Collquiri.
Al llegar donde Capyama, le dijo: "Madre, tu llama ha parido arriba en el cerrito."
El nombre que la etnia de los Concha le dan al dicho porongo es lataca o rataca.
Cuando el huaca Collquiri la vio llegar, se alegró mucho y retornó enseguida hacia Yansa.
El ave, revoloteando por aquí y por allá, no se dejó capturar fácilmente.
Este la saludó con gratas palabras: "No perdiste tiempo, hermana en colocarme en tu regazo.
De esta manera, el hombre animado por la golondrina se fue con los otros camascas o camacsas (chamanes).
Su cabello era como oro encrespado; estaba vestida con ropa finísima y su tamaño era minúsculo.
El hombre, abatido por tal suceso, llegó al Titicaca, en la región del Cusco.
Antes de abrirlo, Cuniraya dijo: "Inga, vamos a trazar una línea aquí en el suelo; yo entraré en la tierra por este lado; por ese otro lado tú entrarás en la tierra con mi hermana; tú y yo no nos veremos más."
Dio instrucciones a un hombre, miembro de su ayllu, diciéndole: "Tú vete; vuelve al Cusco y di que eres Huayna Cápac en mi lugar".