[3] En 1956, el gobierno boliviano implementó el Plan Eder, cuyo objetivo era reducir la liquidez en la economía mediante la disminución del gasto público, los préstamos y la liberalización de precios, comenzando con el tipo de cambio.
[4] Este plan logró controlar la inflación, reduciéndola del 178 % en 1956 al 11.5 % en 1960, lo que facilitó el crecimiento económico posterior.
[4] Durante el periodo 1960-1977, el financiamiento externo se destinó principalmente a mantener la estabilidad macroeconómica.
En 1978, Bolivia no dependía exclusivamente de la minería, ya que contaba con un desarrollo considerable en el sector industrial.
[4] Sin embargo, en la década de 1980, la situación cambió drásticamente y el crédito externo se redujo considerablemente o fue suspendido.
[6] Las medidas adoptadas, destinadas a apaciguar los movimientos populares, resultaron ineficaces y, en cambio, empeoraron la situación.
La escasez de divisas provocó un aumento continuo en la cotización del dólar en el mercado paralelo.
[10] En primer lugar, la corrección fiscal llevó a una reducción sustancial de empleos en el sector público.
[10] En segundo lugar, los despidos en la industria manufacturera fueron numerosos, ya que las empresas buscaban adaptarse al nuevo contexto reduciendo sus costos laborales y aumentando la productividad de los trabajadores que permanecían.
[10] Los estudios sobre la alta inflación en Bolivia generalmente se basan en dos hipótesis de tipo monetario-financiero.