Así, decía en 1955 Narciso Alonso Cortés que: No se sabe ciertamente cuándo empezó esta celebración en la ciudad, pero ya en el último tercio del siglo XVI, el poeta Dámaso de Frías en su Diálogo en alabança de Valladolid, destaca la magnificencia que por aquel entonces tenía la procesión del Corpus.
Elementos populares, como gigantes representando las partes del mundo, o las danzas, se mezcablan con los autos sacramentales, representandos en carros triunfales, que adquirieron gran importancia en la ciudad con la estancia de Lope de Rueda entre 1551 y 1559.
Pinheiro da Vega en la Fastiginia habla de 600 frailes y 300 clérigos en torno a la figura del Monarca, Felipe IV.
El Santísimo queda expuesto ininterrumpidamente hasta las siete de la tarde, en que se celebran Vísperas y reserva.
A lo largo del recorrido se disponen altares instalados por cofradías, penitenciales o de gloria.
Tales cuerpos presentan los siguientes órdenes (de abajo a arriba): jónico, corintio, compuesto y toscano.
Se dispone sobre un amplio basamento con dos zócalos superpuestos, con acompañamiento de pequeñas figuras de querubines, floreros angulares y faroles, todo ello también en plata, que son posteriores y no se deben al autor.