El autor del primer proyecto fue Francisco de Santos, pero varios otros religiosos-arquitectos franciscanos intervinieron en la obra.
Entre 1748 y 1780, el convento tuvo su primera ampliación, ganando un segundo piso, donde se instalarían más frailes de la orden.
En la segunda mitad del siglo XVIII estos fueron sustituidos por portales barrocos esculpidos en piedra de lioz.
El convento fue muy alterado y ampliado al largo del tiempo, siendo esencialmente un edificio de la segunda mitad del siglo XVIII, aunque la mayor parte de las modificaciones haya sido realizada el siglo XX.
La extensa fachada volcada para el Ancho de la Carioca tiene varias ventanas de forma casi cuadrada, muy espaciadas, que indican la antigüedad del edificio.
Un enorme cunhal de cantaría, en la esquina del convento, es encimado por un gran pináculo.
En el interior hay un claustro, de planta cuadrada, que los frailes siguen usando.