La llegada de Alfonso también fomentó una relación más cercana y feliz entre sus padres, que no se habían casado por amor.
Todavía contaba con una heredera: su hija Isabel, pero no estaba convencido de que una mujer pudiera llegar a ser un sucesor adecuado.
[4][5] Luis Alves de Lima e Silva (entonces barón y luego duque de Caxias) escribió a su padre: «Nadie estuvo más feliz que yo con las noticias [del nacimiento del príncipe]».
[4][5] El joven príncipe se parecía a su padre, en particular, su rostro, cabello y ojos.
[7] Debido a su género y posición como príncipe heredero, se convirtió en el centro de atención, en especial, para Pedro II.
[8] Una carta escrita por Pedro II a su hermana mayor María II pocos meses después del nacimiento de su segundo hijo —una niña llamada Isabel— mostraba su alegría: «No hay noticias aquí salvo mi buen estado de salud, el de la emperatriz y los pequeños, que son cada vez más lindos, sobre todo el pequeño Alfonso, quien ya está caminando y dice muchas palabras, todavía medio incomprensibles, lo que aumenta su encanto».