Asimismo, ejerció el Poder Legislativo en toda su extensión y dictó leyes de carácter permanente así como circunstanciales.
Triunfante la revolución liberal a principios de 1855, se instaló un gobierno provisional, con el general Ramón Castilla como Presidente, cuyo gabinete ministerial contaba con conspicuos liberales como Pedro Gálvez Egúsquiza, Manuel Toribio Ureta y Domingo Elías.
Por primera vez se convocó a elecciones con sufragio directo y universal: directo, pues los electores ya no debían elegir Colegios Electorales, sino directamente a sus representantes en el Congreso; y universal, porque todos los peruanos podrían votar sin ninguna limitación, sin importar ser analfabeto o no tener fortuna.
[5] En la Convención Nacional surgió una tensa disputa entre la mayoría liberal y la minoría conservadora partidaria de Castilla.
Advirtió también que, si bien su obligación era cumplirla y velar por su cumplimiento, podía someterla a reforma, siguiendo los mecanismos legales pertinentes.
Precisamente, la rebelión conservadora de Vivanco tuvo como móvil poner freno a dicha tendencia.
En esos momentos se encargaba del poder ejecutivo el Consejo de ministros presidido por José María Raygada, que mostró debilidad ante los hechos consumados.