Manuel Toribio Ureta

[1]​ Tras la derrota y muerte del presidente Agustín Gamarra en la batalla de Ingavi, regresó al Perú.

[1]​ En Arequipa se consagró nuevamente a su profesión de abogado, adquiriendo reputación por sus hábiles defensas.

[1]​ En 1854 pasó a Guayaquil, tras ser involucrado en la conspiración de Domingo Elías contra el gobierno del general José Rufino Echenique.

[4]​ Ureta siguió hasta Huancayo al ejército revolucionario, donde fue nombrado por Castilla como ministro de Culto, Justicia, Hacienda y Beneficencia, mientras que otro líder liberal, Pedro Gálvez, lo era de Gobierno, Relaciones Exteriores, Guerra y Marina.

Como respuesta, sufrió la persecución del gobierno de Castilla, y acabó por ser desterrado a Chile.

[1]​ En 1862, inaugurado el gobierno conciliador del general Miguel de San Román, que dio un amnistía a los perseguidos políticos, regresó al Perúy se consagró al ejercicio de su profesión.

Se le atribuyó entonces una publicación hecha bajo la firma de Cayo Graco, donde defendía la opción civil.

Cayo Graco rendía homenaje al Ejército como elemento importante de la defensa interna y externa, pero pedía alternabilidad en el acceso a la presidencia, recordando los abusos que cometieron algunos militares encumbrados en el poder.

[10]​ En 1871, ya finalizando el gobierno de Balta, Ureta se presentó nuevamente como candidato presidencial, representando al liberalismo.

[12]​ Se cuenta la anécdota de que Balta convocó a los tres candidatos principales (Pardo, Ureta y Echenique) a una reunión en Palacio, en vista de la violencia con que se había teñido la campaña electoral.

En su memoria pronunciaron discursos Melchor Vidaurre, presidente de la Corte Suprema, Francisco García Calderón, el diputado Juan Luna y Enrique Elmore.

Caricatura en la que el presidente Ramón Castilla aparece como redentor de la población indígena y de los esclavos negros. A la izquierda, Manuel Toribio Ureta corta las cadenas a un esclavo y a la derecha Pedro Gálvez estrecha las manos de un indio.