[1][2] Su padre fue un jurista connotado y primer presidente de la Corte Suprema del Perú.
[6] Su padre, que falleció en 1841, le dejó en herencia su biblioteca y lo nombró su albacea testamentario.
[9] Ese mismo año fue elegido por segunda vez decano del Colegio de Abogados.
En 1870 era vocal interino de la Corte Suprema; al año siguiente pasó a serlo en propiedad, al quedar vacante el puesto por jubilación de Francisco Javier Mariátegui.
[11] Merecen mención el resto de los magistrados que defendieron la dignidad y la independencia de la Corte Suprema: Juan Antonio Ribeyro, Bernardo Muñoz, Juan Oviedo, José Eusebio Sánchez, Manuel Morales, Teodoro La Rosa y José Martín de Cárdenas.