La quinina era el principal compuesto empleado en el tratamiento de la malaria hasta que fue sustituido por otros medicamentos sintéticos más eficaces, como la quinacrina, cloroquina y primaquina.
También se ha intentado utilizarla para tratar pacientes infectados con priones, pero con un éxito limitado.
La corteza del quino,[2] que contiene quinina, era conocida por sus propiedades curativas por los pobladores andinos, pero no se incorporó al acervo cultural europeo hasta que no fueron descubiertas sus propiedades antimaláricas.
Esto hizo que hubiera una resistencia tenaz a su uso con los consiguientes perjuicios para la salud.
Hicieron falta varias décadas para vencer el rechazo irracional al uso médico de la quinina en Inglaterra y otros países protestantes".
Sin embargo, en tiempos de guerra, se intensificaron los esfuerzos para lograr su síntesis total.
Los colonos británicos presentes en la India, según la tradición, mezclaron el agua tónica empleada por los hindúes con ginebra para compensar con su sabor dulce el amargor del agua tónica, dando lugar al conocido cóctel gin-tonic.