Claroscuro

Pintores góticos como Cimabue y Giotto realizaban de cuatro a seis gradaciones al mezclar los pigmentos con blanco.

El pintor neerlandés ha sido uno de los más conspicuos practicantes del claroscuro, utilizando la luz en su composición para destacar solo su objeto específico.

El estilo llamado tenebrismo es una aplicación radical del claroscuro por la cual únicamente las figuras temáticamente centrales destacan iluminadas de un fondo generalizadamente oscuro.

La técnica del claroscuro fue popular entre los grabadores al igual que en pintura, pero caería en desuso durante un largo período.

El expresionismo alemán tendría corta vida, pero dejaría obras influyentes, como el Nosferatu, eine Symphonie des Grauens de F. W. Murnau, en que el claroscuro desempeña un papel central.

También llamada sombra propia, es la zona que no recibe ningún rayo de luz, y se mantiene oscura.

Esta técnica realza el volumen de los objetos, retratos, expresiones faciales, da más vida al dibujo.