Durante la contienda, el gobierno británico lo nombró ministro plenipotenciario y co-comandante de la escuadra británica, y se convirtió en el primer Administrador de Hong Kong en 1841.
Había servido en el ejército ruso durante la Guerra ruso-turca de 1768, y posteriormente como embajador británico en las cortes de Baviera (1773–1776), Prusia (1776–1782), Dinamarca (1782–1789) y Sajonia (1791–1803), donde nació su hijo Charles.
[6] Pasó a servir en las Indias Orientales durante cuatro años bajo el mando de Sir Richard King.
[8] En 1833 fue llamado de vuelta a Gran Bretaña para asesorar al gobierno británico en los problemas administrativos relacionados con la incipiente manumisión de los esclavos en los territorio británicos, que se produjo en 1834.
Aunque era el representante oficial del gobierno británico en Cantón, Napier no contaba con poderes plenipotenciarios, ni poderes para controlar a los comerciantes británicos, una buena parte de los cuales estaban dedicados al tráfico de opio.
Napier montó en cólera cuando los Hong le transmitieron un mensaje de Lu Kun, que fue traducido al inglés como "El Ojo Bárbaro [desafortunada traducción del cargo de Napier], si desea venir a Cantón, ha de informar primero a los mercaderes Hong para que sean ellos quienes me lo pidan a mí.
Estos ascensos siguieron a la dimisión del sucesor inmediato de Napier, John Francis Davis, poco satisfecho con los pocos poderes del cargo, y de su tercero al mando, John Harvey Astell.
Robinson, como antiguo sobrecargo de la Compañía, perseguía una política conservadora y poco favorable al libre comercio con China que defendía Palmerston.
Elliot operó desde Cantón como Superintendente y jefe de la misión comercial británica.
He intentado reprimirlo por medio de todos los medios legales a mi alcance, y a costa del completo sacrificio de mi bienestar privado en esta sociedad en la que llevo viviendo unos cuantos años.
Sin embargo, mientras su gobierno deliberaba Daoguang había ordenado a Deng Tingzhen que empleara todos los medios precisos para abolir el tráfico de opio en Cantón.
Elliot, forzado por muchos de los comerciantes británicos en Cantón, en particular William Jardine y James Matheson, hubo de negarse a ello, e hizo llegar a Lin Zexu una protesta oficial.
Elliot ordenó a todos los barcos que transportaran opio que se retiraran del estuario del Río de las Perlas, y se prepararan para prestar batalla.
[11] Una vez se entregó el opio, Lin Zexu reabrió el comercio legal en Cantón en mayo de 1839 bajo la estricta condición de que no se traficara nunca más con opio.
A fin de asegurarse de que el narcotráfico nunca volvía a tener lugar, Lin Zexu decidió extender la pena de muerte a cualquier comerciante extranjero que fuera pillado traficando, e impuso rigurosas inspecciones en todos los barcos extranjeros.
[14] Todos los mercaderes que quisieran comerciar en China debían firmar su consentimiento a estos términos.
El capitán del barco, que creía que Elliot no tenía autoridad para prohibirle aceptar los términos chinos, negoció con Lin Zexu poder descargar su mercancía en Chuenpi, una isla cercana a Humen.
La escuadra británica abrió fuego contra él, y varios navíos de guerra chinos salieron a socorrerlo.
La idea era enviar una pequeña flota armada con la que amedrentar a las autoridades chinas, sabedores de su superioridad naval.
Esta polémica decisión estaba sobre todo motivada por el deseo de extraer de las autoridades chinas una indemnización semejante al coste del opio incautado, y fue justificada porque el opio confiscado por Lin Zexu era legalmente propiedad del gobierno británico, dado que había sido "adquirido" por Elliot.
La escuadra británica estaba encabezada por George Elliot, primo de Charles.
En vez de prestar batalla en Cantón, donde Lin Zexu había preparado las defensas del Río de las Perlas para cualquier potencial ataque, los Elliot decidieron dirigir la flotilla británica hacia el norte de China, donde la escuadra británica asestó sonadas derrotas a las mal provistas tropas chinas.
Vista la superioridad naval británica, Qishan decidió entablar negociaciones de paz con Elliot inmediatamente.
Pottinger no obstante decidió continuar con la ocupación de Hong Kong que Elliot había iniciado.
Desconocedor de las complejidades del aparato estatal chino, creyó que su actitud conciliadora y "abolicionista" satisfarían a Lin Zexu.
Por el contrario, su acciones sólo empeorarían la situación, dando legitimidad legal a la Guerra del Opio, que fue aprovechada por traficantes y defensores del libre comercio para forzar la apertura comercial en China.
"[22] En respuesta a estas acusaciones, Elliot dijo que "se me ha objetado mucho que los chinos me importaran demasiado", Pero sostengo que me importaron más el honor Británico y los sustanciosos intereses Británicos, proteger a gente amistosa y servicial, y poder recuperar la confianza de la gran masa de comerciantes de las Provincias del Sur, con la que es nuestra principal obligación el cultivar relaciones más íntimas, sociales, y comerciales.