En la respiración aeróbica, se requiere oxígeno el cual actúa como aceptor final de electrones.
Cuando se encuentra oxígeno presente, la glucólisis continúa por la vía de la respiración aeróbica.
Si no hay oxígeno presente, entonces la producción de ATP queda restringida a la respiración anaeróbica.
La ubicación donde tiene lugar la glucólisis, ya sea aeróbica o anaeróbica, es en el citosol de las células.
Estas moléculas de tres carbonos son oxidadas para producir NADH y ATP.
[1] Incluso si no hay oxígeno presente, la glucólisis puede continuar para generar ATP.
Mientras este proceso progresa, el exceso de lactato puede ser conducido hacia el hígado donde es nuevamente convertido en piruvato.
Este consiste en una serie de reacciones redox catalizadas por enzimas que sirven para aprovechar la energía remanente en el grupo acetilo.
Esta energía proveniente del grupo acetilo en forma de electrones de alta energía se aprovecha para reducir NAD+ y FAD a NADH y FADH2, respectivamente.
La fosforilación oxidativa contribuye con la mayor parte del ATP producido por la célula.
Para que pueda ocurrir la conversión de ADP a ATP, se debe entregar energía al sistema.
Estos electrones son suministrados por el NADH y el FADH2 desde donde transfieren su potencial energético.