Al formarse el enlace entre los dos monosacáridos se desprende una molécula de agua.
Estas personas son tolerantes a la lactosa, ya que el consumo de leche representó una ventaja evolutiva.
[4] No obstante, el consumo de productos lácteos por parte de personas con intolerancia a la lactosa no produce daños en el tracto gastrointestinal, sino que se limita a estos síntomas transitorios.
[5] Una gran parte de las personas que creen tener intolerancia a la lactosa no presentan en realidad malabsorción de lactosa, sino que sus síntomas se deben a la presencia de enfermedades no diagnosticadas (tales como la enfermedad celíaca, la enfermedad inflamatoria intestinal o el sobrecrecimiento bacteriano)[6] o a una alergia a la leche, especialmente difícil de diagnosticar cuando no está mediada por IgE.
[7][8] Las personas sanas (sin enfermedades del intestino delgado) con deficiencia primaria o permanente de lactasa pueden consumir al menos 12 g de lactosa en cada comida (la cantidad contenida en una taza de leche) sin experimentar ningún síntoma o solo síntomas leves, y esta tolerancia mejora si la leche se consume junto con las comidas, eligiendo leche baja en lactosa, sustituyendo la leche por yogur o quesos curados, o tomando suplementos de lactasa.
[12] Por razones similares puede utilizarse para diluir drogas ilícitas como la cocaína o la heroína.
[15] El primer aislamiento de la lactosa, llevado a cabo por el físico italiano Fabrizio Bartoletti, se publicó en 1633.