Su familia era originaria de Cabacés, donde su abuelo Josep Navàs Margarit tenía una pequeña tienda.
El hijo pequeño acompañó su padre haciendo crecer el negocio desde la tienda de la calle de Monterols, 8; más tarde trasladada al número 6, en la calle de la Galera 3 y finalmente en la plaza del Mercadal, 5, momento en que Joaquim Navàs Padró entró en la sociedad con su padre bajo la denominación "Joaquín Navás e hijo".
Un año más tarde, su madre que había enviudado le transfiere el negocio a cambio de una renta anual.
En 1901, deciden abordar la construcción de un edificio para instalar su tienda y su vivienda en la antigua casa Simó-Cardenyes.
La vivienda se empezó a usar en 1907, si bien los acabados de los últimos detalles continuaron hasta 1910.
Sus dependientes empezaban de aprendices hasta que dominaban el oficio; comían en la misma casa y dormían con unos colchones sobre los azulejos.
Durante la guerra civil española el negocio estuvo bajo el control de un comité obrero.
Al acabar la guerra las tropas franquistas saquearon la tienda además de imponerles una multa.
En este periodo sus propietarios hicieron muchos esfuerzos para recuperar los destrozos bélicos, levantar el negocio y mantener la casa en perfecto estado.
Al morir, la propiedad pasó a su hijo, Joaquim Blasco Font de Rubinat.
El edificio corresponde a la primera etapa del arquitecto donde perviven elementos arqueologistas de tradición académica, con cierta influencia violetiana si bien también se identifican características que se desarrollarán a fondo en etapas posteriores, de plenitud modernista.
Dos patios marcan la volumetría del edificio y aportan luz cenital a las partes interiores.
Según Joaquim Blasco, "La casa Navàs está hecha para conmemorar la ida de los catalanes desde Salou en Mallorca.
La fachada se integra en la trama urbana siguiendo el trazado del porche del resto de edificios, pero rompiendo la tipología estilística con la incorporación de profusa decoración especialmente en la torre hoy desaparecida.
Cada uno de los tres lados está rematado por un arco flamígero sobre el que descansa un tímpano con dos cabezas humanas esculpidas mirándose entre ellas.
Por encima de la tribuna hay un balcón, ya en el segundo piso, con un alféizar en piedra muy barroco.
Esta terraza tiene tres arcos rebasados que habían alojado unos vitrales destruidos en el bombardeo de 1938.
El acceso a los pisos superiores se hace desde el porche, al lado derecho de la fachada, mediante la escala principal.
La parte más alta de la fachada está rematado con un alero profusamente ornamentado.
La segunda planta estaba destinada a los aposentos del servicio y personal de la tienda.
La rica decoración de aspecto paradisíaco está rellenada de naranjos, lilas, rosas, girasoles, anémonas, gardenias, peonías, hortensias y otras especies reales y ficticias hechos en vitrales, mosaicos, cerámica, forja, mármol, marquetería que se pueden encontrar en tierra, a las paredes, techos, luces o muebles.