Carnéades

Sus doctrinas filosóficas fueron difundidas por su discípulo Clitómaco, dado que él no las publicó.Carnéades fue partidario del escepticismo académico y, por tanto, contrario a todo dogmatismo.[1]​ Durante su vida, Carnéades dio un discurso en el senado a favor de la justicia, y al día siguiente otro en contra.Su gran elocuencia y destreza en la argumentación revivieron las glorias de los escépticos académicos.Durante su estancia en Roma, atrajo gran atención por sus elocuentes discursos sobre temas filosóficos.[3]​ Carnéades murió en 129/128 a. C., a la avanzada edad de 85 años (aunque Cicerón dice 90).El escritor y autor latino Valerio Máximo, a quien debemos la última anécdota, nos cuenta que Carnéades, antes de discutir con Crisipo, solía purgarse con eléboro, para tener una mente más aguda.Por este motivo, nuestros juicios al respecto solo podrán ser verosímiles.Lo que podría resumirse diciendo: nada es cierto, excepto el fenómeno (es decir, solo hay conocimiento de probabilidades).La academia original donde enseñaba Carnéades fue destruida en el curso de la primera guerra mitridática por el general romano Sulla (Sila) en el 86 a. C.[1]​ Sus ideas fueron objetadas con ingenio por San Agustín en su obra Contra los académicos, ya que estos académicos negaban la posibilidad de conocer la verdad, pero afirmaban que se podían conocer las cosas por probabilidad o verosimilitud (es decir, por semejanza a la verdad); por eso, en la obra mencionada, a un discípulo suyo que defiende a los académicos le responde: «...son dignos de risa tus académicos, que en la vida quieren seguir lo verosímil, lo semejante a la verdad, ignorando ésta» (II, 7, 19).
Grabado de Carnéades por Thomas Stanley (1655)
Carnéades representado en las Crónicas de Nuremberg .