[1] Era hijo del capitán soriano Tomás Rubio Vera y de la catalana nacida en Tuixent, Rita Colell Puigdemasa, que a los dos años de nacer su hijo Carlos desaparecen del padrón municipal quizá por motivos del destino paterno.
[4] En La Iberia se hizo además muy amigo del periodista y poeta gallego Francisco Añón.
En su respuesta Castelar llamaba a Rubio «amigo de la infancia» y poeta «de todos en España conocido por la dulzura de sus versos y la inspiración inagotable de su numen», pero lamentaba que, habiendo sido «benévolo con mi persona —decía–, ha sido injusto con mis ideas» y le dolía que habiendo compartido los mismos ideales de libertad en sus primeras lecturas, les separase ahora un abismo partidista.
El nuevo fracaso le llevó a refugiarse en la legación de los Estados Unidos, de donde pudo marchar a Francia algunos días más tarde.
Aunque sin recursos, malviviendo con los 200 francos que Prim le proporcionó para viajar a Vichy y temiendo que en dos o tres días le faltase para comer, escribió desde París una carta a Prim para rechazar que el partido abandonase el retraimiento o hiciese concesiones de cualquier clase con objeto de lograr la amnistía, que de todos modos, según pensaba, el gobierno se vería obligado a dar.