Esta ave de presa nocturna caza principalmente roedores, por lo general esperando a lanzarse desde una percha o rama para capturar a la víctima, que es tragada entera, aunque en áreas urbanas su dieta incluye una mayor proporción de aves.
[3] Su ancha y redondeada cabeza carece de penachos o copetes en las orejas (como los que tienen los búhos cornudos).
[5] La subespecie nominal cuenta con dos morfos que difieren en el color del plumaje; en una de ellas, la parte dorsal del plumaje es de color castaño rojizo, y en la otra, café grisáceo, aunque también los hay en tonos intermedios.
No obstante, la base experimental para esta afirmación probablemente es inexacta al menos por un factor de 10.
[10] La audición es importante para un ave de presa nocturna, y al igual que con otras aves emparentadas, los dos orificios auditivos del cárabo común difieren en estructura uno del otro y están colocados asimétricamente en la cabeza para mejorar la audición direccional.
El orificio izquierdo se encuentra más arriba en la cabeza que el oído derecho y se encuentra inclinado hacia abajo, de manera que es más sensible a los sonidos provenientes de abajo.
Aunque esto puede sugerir que finalmente la variedad marrón podría desaparecer, los cárabos no muestran preferencia alguna respecto al color cuando eligen pareja.
[17][18] Esta especie fue descrita por primera vez por Linneo en 1758 en su Systema naturae con su actual nombre científico.
El territorio de una pareja establecida es defendido por la misma durante todo el año, sin que sus límites cambien significativamente con el paso del tiempo.
La pareja se resguarda en alguna rama durante el día, y generalmente descansan separados de julio a octubre.
[8] Algunos cárabos pueden ser descubiertos y molestados por otras aves pequeñas durante el día, pero generalmente ignoran dichas molestias.
La típica puesta es de tres o cuatro huevos y es incubada únicamente por la hembra durante 30 días hasta que nacen.
Los polluelos altriciales se desarrollan en los siguientes 35-40 días,[7] hasta que les salen las plumas y pueden empezar a volar.
Los jóvenes generalmente dejan el nido —no definitivamente— hasta diez días antes de emplumarse, ocultándose en las ramas cercanas, aunque permanecen con sus padres por otros tres meses.
[15] Quizá la víctima más conocida del feroz ataque del cárabo común sea el renombrado fotógrafo de aves Eric Hosking, quien perdió un ojo cuando fue atacado por un ejemplar mientras intentaba tomar una fotografía cerca de su nido.
[8] Generalmente se tragan la presa entera, para regurgitar más tarde las partes no digeribles en forma de egagrópilas.
[28] Los cárabos son un elemento que forma parte de varios mitos y leyendas alrededor del mundo.
En la mitología galesa eran asociados con Blodeuwedd, una mujer que traicionó a Lleu Llaw Gyffes en el cuento de Math fab Mathonwy del antiguo Mabinogion.
En África, por ejemplo, para los bantúes el cárabo es pariente de los hechiceros, aunque los suajili creen que les causa enfermedades a los niños.