Escándalo Blomberg-Fritsch

Algunos lo consideran una serie de eventos fortuitos, mientras que otros aluden una maniobra orquestada por altos funcionarios nazis como Hermann Göring y Heinrich Himmler, inmediatamente aprovechada por Hitler.

El apoyo de los militares era necesario para consolidar su poder en Alemania, sobre todo para asegurar sus objetivos expansionistas.

En el verano de 1937, Hitler comenzó «a dirigir su mirada hacia Austria y Checoslovaquia».

Para el ministro de Asuntos Exteriores, esta política expansionista «llevaba a la guerra [y se] podrían llevar a cabo muchos de sus proyectos mediante métodos más pacíficos, aunque un poco más lento.

[16]​ Al presentar a su futura esposa como mecanógrafa, una «chica sencilla de pueblo», se preocupó por la reacción del cuerpo de oficiales y decidió sincerarse con Hitler, cuya aprobación era necesaria para el matrimonio; al contrario que sus pensamientos, el Führer estaba entusiasmado con una unión que marcaba el «rechazo de este esnobismo de otra época», se ofreció como testigo y sugirió que Göring fuera el segundo.

[27]​ Por ello, aconsejó a Helldorff que se pusiera en contacto con Göring, testigo del matrimonio.

[34]​ Al regresar a Alemania después del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Blomberg y su esposa «vivieron en la oscuridad más completa hasta el final de la guerra».

[42]​ Hoßbach, «horrorizado por las consecuencias de un segundo escándalo para la Wehrmacht» y que además tenía una gran admiración por Fritsch, estaba convencido de que podía manejar el asunto y le advirtió de los rumores, desobedeciendo una orden formal del Führer[42]​ que amenazaba con despojarlo del puesto.

[48]​ Schmidt afirmó reconocer a Fritsch, quien, «en un tono frío y manteniéndolo bajo control, repitió varias veces que nunca había visto a este hombre y le dio su palabra de honor a Hitler de que no tenía nada que ver con toda esta historia».

Especialmente por la gran confianza que me ha mostrado hasta ahora, con la excepción de este caso».

[51]​ Sin embargo, Gürtner solicitó que el caso se llevara ante una tribunal militar, idea secundada por los jerarcas militares,[51]​ como Ludwig Beck[54]​ y Keitel.

[54]​ Interrogado por el juez de instrucción a cargo del caso y en presencia del abogado defensor, el oficial Frisch, enfermo y postrado en cama, reconoció los hechos; arrestado y presionado por la Gestapo para que se retractara de su confesión, Schmidt mantuvo su posición durante el juicio.

Frente a los numerosos testimonios que contradecían la versión del único acusador, Göring cambió de actitud y reprendió al chantajista: «Eres el peor mentiroso que he conocido.

Había organizado un desafío formal y, según los informes, practicaba sus habilidades con las pistolas en su tiempo libre, del que tenía mucho al ser un oficial sin comando.

[m]​ Aunque no fue rehabilitado, el Führer le nombró coronel en jefe del 12.º Regimiento de Artillería.

[66]​ El mismo día, Joseph Goebbels sugirió al Führer que asumiera personalmente el liderazgo de la Wehrmacht,[63]​ una idea que también fue formulada por Blomberg en su audiencia de despedida.

Además, se ocupó personalmente de la gestión del Oberkommando der Wehrmacht, en el cual Keitel fue nombrado jefe del Estado Mayor;[61]​ principalmente debido a su docilidad que lo apodaron «Lakeitel», en referencia a un juego de palabras con el término Lakai («lacayo»).

[62]​ Walther Funk fue nombrado ministro de Economía; como opinó Hans Bernd Gisevius, «era cinismo puro por parte del virtuoso Hitler, precisamente en el día en que perseguía a Fritsch por un delito no comprobado de homosexualidad, nombrar ministro del Interior [sic] a un homosexual notorio como Funk».

[78]​ Según Richard J. Evans, este fue un escándalo inesperado que dio al Führer la ocasión para deshacerse de las molestias.

[10]​ En su biografía sobre Göring, François Kersaudy trazó un paralelo con la noche de los cuchillos largos y consideró que Hitler estaba al tanto desde el principio de la doble trama orquestada por Himmler y Göring, así como que «probablemente estaba moviendo los hilos tras bambalinas».

Agente Doble» (M. l'Agent double) que trabajaba para Wilhelm Canaris y Allen Dulles.

Es de interés secundario saber si Hitler y Göring eran los manipulados, cuando pensaban que ellos lideraban el juego».

En este sentido y a modo de ejemplo, aunque Shirer señaló que «ni siquiera en Núremberg el misterio pudo ser resuelto completamente, se dispone de suficientes pruebas para afirmar con casi certeza que los nazis fueron quienes prepararon el incendio y lo ejecutaron con fines políticos»;[90]​ según Evans: «El 28 de febrero [de 1933], la suerte vino a ayudar a los nazis y atribuyó el incendio a un acto aislado».

De izquierda a derecha, tres de los principales líderes de la Wehrmacht en el desfile de la octava Convención Nacional del Partido (1936): Blomberg , Fritsch y Raeder , en Núremberg .
Adolf Hitler y Hermann Göring el 16 de marzo de 1938.