Está equipado con un aparcamiento para 143 vehículos, y unos 400 ordenadores de acceso público.
En 1891 se instaló la primera biblioteca de Seattle, aunque la institución no contaba con sus propias instalaciones permanentes y fue pasando de edificio en edificio hasta llegar a la Biblioteca Carnegie, primera sede permanente de la institución localizada entre Fourth Avenue y Madison Street.
El arquitecto holandés no había construido todavía ningún edificio en Estados Unidos cuando resultó ganador del concurso, aunque había llevado a cabo otros proyectos como las sedes norteamericanas de la firma de moda Prada.
Para llevar a la práctica estos puntos, el estudio holandés creó cinco plataformas, cinco clústers con programa y equipamiento específico para las actividades a desarrollar en cada uno de ellas.
Los volúmenes apilados estarían desplazados de forma aleatoria respecto a la vertical.
Se buscó una estética particular, con una fachada de vidrio y acero a base de superficies facetadas que contrastasen con los edificios adyacentes a la biblioteca, y generando un nuevo icono urbano.
Las plantas y secciones definitivas del edificio pueden ser consultadas en Floor Plans for the Central Library (en inglés).
[6] Debido al desnivel existente entre las diferentes calles que rodean el edificio, existen diferentes entradas a distintos niveles para cada zona del edificio.
La consultora de ingeniería Magnusson Klemencic Associates diseñó la estructura, apoyada por la prestigiosa firma Arup and partners en las fases preliminares del proyecto.
Para ello, se optó por una estructura compleja compuesta por pilares de acero, forjados mixtos y cerchas de gran canto para sujetar los voladizos y permitir grandes luces que disminuyesen el número de pilares necesarios para soportar la estructura en el interior.
En fachada, esta característica conceptual requería que el interior del edificio y su distribución pudiesen ser vistos desde el exterior tanto de día como de noche, y que los espacios interiores recibiesen la mayor cantidad de luz natural posible.
[9] El resto del acristalamiento cuenta con una arquitectura basada en capas con uniones fuertes que permiten a la fachada soportar los esfuerzos debidos al viento, la lluvia y la entrada de aire al interior.
Las columnas, pintadas de negro, y el techo están protegidos frente al fuego y cubiertos con un sellador transparente que contiene esquirlas de mica.
Los techos están cubiertos por paneles de policarbonato transparente y luminarias fluorescentes.
Aproximadamente una cuarta parte de las plantas empleadas en el exterior del edificio es tolerante a la sequía.
[11] En cuanto a la vegetación interior, en la sala de estar del nivel tres se plantaron microsorum, asplenium y philodendron.
No se utilizaron refrigerantes basados en clorofluocarburos en el sistema de aire acondicionado.
[12] Se diseñó un espacio en el edificio para almacenar y seleccionar los materiales reciclables.
[12] La Biblioteca Central superó los estándares marcados por la ley 62-1999 de la Sociedad Norteamericana de Ingenieros para la calefacción, refrigeración y el aire acondicionado, respecto a la calidad aceptable del aire en interiores.
En el edificio no se permite fumar, y el dióxido de carbono es controlado para que no exceda de 530 partes por millón respecto al aire exterior.