CFC es el nombre genérico de un grupo de compuestos que contienen cloro, flúor y carbono, utilizados como agentes que producen frío y como gases propulsores en los aerosoles .
Se ha propuesto que el mecanismo a través del cual los CFC atacan la capa de ozono es una reacción fotoquímica: al incidir la luz sobre la molécula de CFC, se libera un átomo de cloro con un electrón libre, denominado radical cloro, muy reactivo y con gran afinidad por el ozono, que rompe la molécula este último.
En este protocolo se estableció el año 1996 como fecha límite para abandonar totalmente la producción y el consumo de clorofluorocarburos en los países desarrollados.
[3] Por añadidura, la eficacia de la destrucción del ozono aumenta si están presentes nubes estratosféricas.
[4] Los fluorocarburos son, en general, menos tóxicos que los correspondientes hidrocarburos clorados o bromados.
[3] Los fluorometanos y fluoretanos tampoco producen efectos tóxicos, como lesiones hepáticas o renales, por exposición repetida.
Las concentraciones necesarias para producir este efecto son muy superiores a las que se encuentran normalmente en la industria.
El clorodifluorometano, al contrario que el diclorodifluorometano, no provoca arritmias cardíacas en monos (aunque sí en ratones) y tampoco reduce la función pulmonar.
[3] El clorodifluorometano (R-22), que en un tiempo se consideró como posible propulsor para aerosoles, resultó ser mutágeno en los estudios de mutagénesis bacteriana.
La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) ha clasificado esta sustancia en el Grupo 3 (evidencias limitadas de carcinogénesis en animales).
[3] Las víctimas de la exposición a fluorocarburos deben ser evacuadas del área contaminada y recibir un tratamiento sintomático.
No se les administrará adrenalina, pues existe la posibilidad de provocar arritmias o parada cardíaca.
[3] El daño que hacen los refrigerantes clorados CFC Y HCFC A LA CAPA DE OZONO, MÁS EL ALTO POTENCIAL del calentamiento global que generan la mayoría de los refrigerantes CFC, HCFC, HFC.
En los últimos años se ha realizado un gran esfuerzo para encontrar alternativas a los CFC.
Los radicales hidroxilo, presentes en la troposfera, degradan con facilidad los enlaces C--H de estos compuestos.
Análogamente, los hidrocarburos han sustituido a los CFC como agentes para formar burbujas en la fabricación de espumas.
Actualmente, no se ha encontrado una alternativa adecuada a los halones, sustancias empleadas para la extinción de incendios en espacios cerrados como oficinas, aviones y tanques militares.
Desde que su producción cesó en el año 1994, han estado sometidos a una cuidadosa comercialización, dependiendo del desarrollo de las alternativas.
Los CFC, también conocidos comercialmente como freones, sustituyeron al amoniaco y su uso se propagó principalmente en los aires acondicionados de automóviles, frigoríficos e industrias.