Habían peleado sin respiro desde los primeros días de septiembre, enfrentando a un enemigo que se detenía, se dejaba rodear y luego escapaba, bajo un calor abrasador, con una sola cantimplora de agua por día, y no era razonable esperar que pudieran continuar así indefinidamente.“No se preocupe Franco, dentro del cerco usted lo tiene a Antola”, lo tranquilizó Estigarribia, aludiendo al teniente coronel Paulino Antola de la 6.ª División que ya había escapado varias veces de los cercos bolivianos.La consecuencia inmediata fue la retirada de 18 000 hombres del ejército boliviano desde el fortín Ballivián, ubicado al sur, hacia Villamontes.Toro aseguraba que él Finalizada la batalla de El Carmen, Estigarribia devolvió la 8.ª División al Segundo Cuerpo paraguayo aumentando sus fuerzas a 5500 combatientes distribuidos en tres Divisiones de infantería: la 6.ª División (al mando del teniente coronel Antola) y la DRG (División de Reserva General), ambas ubicadas en La Faye y, separada por unos 60 kilómetros, al noroeste, la 8.ª División (al mando del coronel Eugenio Garay), ubicada a su vez a 70 kilómetros al sur de Yrendagüé, en el cruce de las picadas XV y XVII (Puesto Estrella).Este movimiento de fuerzas paraguayas recién fue detectado por la inteligencia boliviana el 5 de diciembre, cuando el general Peñaranda advirtió al coronel Toro "que el enemigo visiblemente había retirado tropas del sector Pilcomayo" poniéndole en aviso de que las fuerzas paraguayas en su frente podrían estar recibiendo refuerzos.Sabiendo que el ataque boliviano era inminente y antes que Toro consolidara sus fuerzas sobre La Faye, en las primeras horas del 4 de diciembre, el coronel Franco se entrevistó con Eugenio Garay, comandante de la 8.ª División, yendo personalmente a su distante puesto de comando: El plan era sorprendente por su casi imposible realización.Garay debía infiltrar su División entre dos Divisiones enemigas sin que estas ni la aviación se dieran cuenta, recorrer 70 kilómetros a través de un desierto carente de agua, en un monte cerrado, sin perder tiempo en abrir una picada, en pleno verano, con una temperatura de más de 45 grados a la sombra y finalmente capturar los pozos del fortín Yrendagüé dejando sin agua a tres Divisiones bolivianas, en medio del desierto.Sin embargo, los soldados, debido al calor y pese a las recomendaciones y órdenes recibidas, consumieron en exceso el agua de sus dos caramañolas, lo que obligó a reclamar nuevas provisiones.Pero el consumo fuera de lo programado hizo que la intendencia no pudiera responder inmediatamente a los reclamos.Pero esa demora hizo que ambas columnas se cruzaran sin verse, en pleno monte, con escaso tiempo de diferencia.El comandante de la vanguardia propuso esperar hasta el día siguiente para reiniciar la marcha mientras adelantó puestos escalonados de seguridad a 5 km al norte para detectar cualquier movimiento enemigo.El coronel Toro, asumiendo que esta actividad enemiga sobre la izquierda de la DC-2 frente a La Faye era un fuerte reconocimiento, ordenó a las 18:30 horas que el regimiento “Chichas”, al mando del capitán Urdininea, ubicado en Yrendagüé, avanzara preventivamente hacia Picuiba para impedir cualquier envolvimiento.[7] Al mismo tiempo alertó a todas las unidades para que estuvieran preparadas para moverse “en cualquier dirección”.Recién a las 21:45 horas, patrullas bolivianas del regimiento RI-18 detectaron, muy lejos de Yrendagüé, las huellas por donde se habían infiltrado los paraguayos y comunicaron que debía tratarse de un batallón por lo que prepararon una emboscada en el lugar para cuando este volviera a sus líneas.Telefónicamente se comunicó con el oficial de enlace capitán Villarreal ubicado en Yrendagüé pidiendo que retransmitiera al coronel Toro esta novedad.Esta comunicación fue interceptada por Garay confirmándole que aunque había sido descubierto todavía contaba con el factor sorpresa en cuanto a la importancia de sus fuerzas.Muchos defensores bolivianos confundieron las explosiones con un ataque de grandes fuerzas enemigas por lo que huyeron hacia el oeste mientras los atacantes, creyendo que los bolivianos destruirían los pozos, asaltaron por tres frentes y capturaron el fortín.Muchos hombres no habían recibido agua en las últimas 24 horas y al correr el rumor de que los "pilas" habían tomado los pozos el reparto de las pocas reservas se hizo desordenadamente.[15] Esa misma mañana del día 8, los comandantes que estaban con Toro salieron de Carandaitý rumbo a El Cruce para unirse a sus fuerzas haciendo un largo rodeo por el fortín 27 de Noviembre.Toro, debido a su “delicada salud”, decidió permanecer en Carandaitý y dirigir las operaciones por correspondencia aérea.A las 14:30 horas, Tabera recibió un mensaje de Toro lanzado por un avión en vuelo rasante.Toro había olvidado su promesa de que iba a proveer agua y combustible desde ese fortín.Sin agua, bajo un sol abrasador, los soldados abandonaron en el camino sus armas y equipos.Dos horas después alcanzaron a los más rezagados que no estaban en condición de oponer ninguna resistencia.Al llegar al kilómetro 31, el capitán paraguayo Virgilio Larrosa no pudo soportar más aquel cuadro dantesco que se le presentaba en su avance por un camino cubierto cada vez más con camiones incendiados y con soldados muertos o moribundos por la sed que obstaculizaban su marcha.Este tipo de conducta fue observada por los oficiales chilenos contratados por Bolivia y por el estado mayor paraguayo al analizar el bajo porcentaje relativo de oficiales bolivianos entre los prisioneros capturados en los distintos cercos.Años después, Tabera dirá con amargura: De manera diferente, el coronel paraguayo Garay, con sus 59 años, marchó a la cabeza de la columna, sufriendo el calor, la sed, la fatiga y el estrés de 70 kilómetros por entre las Divisiones enemigas, conduciendo a sus soldados al objetivo que se la había asignado.