El objetivo final era abrirse paso hacia Isla Poí y acabar con la presencia paraguaya en el Chaco.
Para la acción sobre Nanawa fue dividida en tres columnas: El Grupo de Artillería Divisionario, al mando del mayor Alfredo Peñaranda Esprella, con 16 cañones y 360 artilleros, apoyarían a las fuerzas atacantes.
El Destacamento Reque Terán atacaría por el norte para caer sobre el flanco y espaldas del enemigo.
La sección Ruck avanzaría 3 kilómetros al noreste para emboscar a todos los refuerzos de la 4.ª División paraguaya que quisieran venir en ayuda del fortín Nanawa desde Gondra o Bullo.
Irrazabal estimaba como más probable que el ataque boliviano viniera desde sector sur pero no descartaba un ataque por el norte aunque esto complicaría a las fuerzas enemigas ya que deberían cuidarse de no ser atacadas por la retaguardia desde Bullo y Gondra.
El coronel Estigarribia reforzó, por las dudas, el fortín Orihuela ubicado al este de Nanawa, en el camino hacia el río Paraguay y Concepción.
Bajo la presión de la artillería, la aviación y los infantes, los defensores paraguayos cedieron puestos adelantados en el centro.
Todo dependía ahora de que el destacamento Reque Terán pudiera salir por el norte, a las espaldas del fortín, para cerrar el círculo.
La lluvia y el barro dificultó la marcha nocturna de los soldados que debían avanzar con el agua hasta las rodillas.
Mientras todavía se abría paso sigilosamente, pudo constatar que el ataque en el frente de los otros destacamentos ya había comenzado.
De todas formas las acciones bolivianas en el centro y sur resultaron promisorias.
En su avance por el cañadón recibió un fuerte hostigamiento de los cañones del GA-1 paraguayo "Gral.
El grupo Quiroga, en el centro, se mantuvo en su posición reorganizando sus fuerzas debido a las fuertes bajas sufridas el día anterior recibiendo por tal motivo el refuerzo del RI-16 "Castillo".
Durante el día 22, los tres destacamentos combatieron desde los puntos que habían alcanzado en su avance inicial sin poder penetrar en la defensa enemiga.
Irrazabal ordenó disparar sólo a blancos seguros y que significaran un peligro real para sostener las posiciones.
Varios aviones, esquivando el fuego terrestre y la aviación boliviana, pudieron aterrizar en esa precaria pista trayendo municiones.
Pero el apoyo de la artillería que recibió Pantoja sólo sirvió para alertar a los defensores paraguayos ya que el mayor boliviano López, encargado de la misma, no sabía a donde apuntar los cañones.
Cuando esa orden llegó (a las 08:30 horas) ya era demasiado tarde, pues al avanzar se encontró con la fuerte resistencia de los defensores que habían retomado su posición al cesar el fuego de la artillería enemiga.
Los cañones de la Batería Torres bombardearon el campo y mediante un contraataque los bolivianos recuperaron la posición.
Para lograrlo debía definir previamente a su favor la lucha que las tropas bolivianas, desde noviembre de 1932, sostenían en ‘’Kilómetro 7‘’ y ‘’Kilómetro 12‘’, dado que no podía pedir más contingentes porque los recursos económicos del Estado boliviano y los problemas logísticos impedían mantener en el Chaco un ejército superior al que contaba en ese momento.
[12] A estos aspectos el historiador Casabianca agregará otros que atribuye esencialmente al general Kundt y al coronel Toro, como Jefe del Estado Mayor del Primer Cuerpo de Ejército boliviano: 1) La dirección “este” dado al ataque pues una vez capturado Nanawa se ingresaría a una zona desconocida, pantanosa y no utilizada por la logística del ejército paraguayo.