Fue la mejor oportunidad que tuvo el ejército boliviano, durante toda la guerra, de cercar a una gran unidad paraguaya.
La preparación se hizo lentamente permitiendo que el ejército boliviano tomara diversas medidas preventivas una vez descubierta las intenciones del enemigo.
Este plan debía cercar al grueso del Primer Cuerpo paraguayo, desarticular su ofensiva y destruirlo.
El día 10 de mayo, 5500 hombres de la 7.ª División, al mando del coronel Ortiz, y la 2.ª División, al mando del teniente coronel Rosa Vera, avanzaron por el claro existente entre los dos Cuerpos de Ejército enemigos hacia la 8.ª División boliviana, al mando del teniente coronel Menacho, sin sospechar que se metían en una trampa.
La trampa estratégica había funcionado y solo faltaba que el coronel Barros solucionara los problemas tácticos menores para lograr el aniquilamiento total de las fuerzas enemigas.
El coronel José Rosa Vera", que había logrado la mayor penetración y por consiguiente estaba en la situación más delicada, demoró la decisión de retirarse.
Estas complejas maniobras en las que se combatía en diferentes direcciones tuvieron serios problemas de realización.
Si no hubiera sido por la dubitativa conducción del teniente coronel paraguayo José Rosa Vera que en su tardía retirada en forma de ‘’rulo‘’ (se desorientó en el monte) perdió tiempo y agotó a sus fuerzas, el logro boliviano hubiera sido únicamente la captura del pequeño batallón Estigarribia.