Basílica visigoda de Santa María de Ibahernando

Así, José Ramón Mélida afirma que «no existe en la provincia de Cáceres monumento arquitectónico alguno en pie de la época visigoda, ni trazas se adivinan entre los posteriores»; cita algunos restos localizados hasta entonces en Alcuéscar, Brozas, Herguijuela, Plasencia o Trujillo, entre otros.La posterior llegada de poblaciones musulmanas a la zona a partir del 711 no parece que tuviera un significado especialmente negativo para este numeroso conjunto de parroquias rurales que pervivirán durante algún tiempo tras la nueva situación; no hubo sistemáticas campañas destructivas, sino más bien un progresivo abandono de las áreas ocupadas.En todos los casos, el fallecido se colocaría directamente sobre el suelo, sin lajas de pizarra que delimitaran los laterales.Fuera del edificio, sobre el muro septentrional de la nave, se excavaron otros dos, no hallándose en ninguno restos óseos.A estos últimos, habría que añadir los descubiertos por Carlos Callejo en marzo de 1962.Tampoco faltan fragmentos vidriados de coloración melada, así como con decoración espatulada en zigzag, ya claramente altomedievales.Debajo del texto, pintadas de rojo, se trazaron tres líneas verticales unidas por una horizontal.[21]​[20]​[22]​ Publicaciones especializadas aparte, la excavación de la basílica tuvo cierto eco en la prensa diaria:
Estela de Sunua.