Tiene un sitio peculiar en la identidad capitalina,[1] por lo que la importancia cultural de Tepito ha sido remarcada por intelectuales y artistas nacionales e internacionales.
Cecilio Robelo vio el origen en la palabra Teocal-tepiton, o sea "pequeño templo", debido a que en este sitio se encontraba un templo pequeño que aún en la época colonial se le denominaba San Francisco Teocaltepiton o Tecuahltepiton y que por contracción fonética quedó sólo en Tepito.
Hacia 1857 los 5000 integrantes del barrio de indios como tal y debido a las Leyes de Reforma debieron empezar a vender sus propiedades comunales, lo que hicieron entre ellos mismos.
[9] La especulación sobre estos fue fuerte y varios empresarios solicitaron que se les dieran los terrenos abandonados, lo cual no sucedió por los avatares de esos tiempos, pero en 1868 debieron terminar de repartir y desaparecer como república indígena.
[10] Hacia 1880 el mercado abierto y callejero se había afianzado en la plaza de San Francisco, a donde inicialmente habían sido enviados los comerciantes del centro de la ciudad que vendían en las calles y en algunos mercados, que por accidentes o insalubridad debieron ser reubicados, los mismos que generaron el mercado de La Lagunilla donde fueron llevados los vendedores de fierros viejos cuando se incendió su mercado ubicado en el predio que hoy ocupa la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
En 1901 se presentó un proyecto para reubicar el mercado del baratillo situado en la Plazuela del Jardín, el cual se concretó en diciembre creando temporalmente un mercado abierto en la Plazuela de Tepito, lo cual no ocurrió nunca.
Tepito y Tequipeuhcan tenían agua entubada aunque solo llegara a una llave a la puerta de la vecindad, el drenaje era malo pero había y se estaban pavimentando las calles principales.
Los esfuerzos de resistencia eran visibles en avisos ("pósters") plasmados sobre paredes que hacían referencia a la dignidad.
En lo que respecta al comercio ambulante, la construcción de mercados cerrados por parte del gobierno no acabó con la venta de mercancías en la calle; por el contrario, en Tepito se desarrollaron con fuerza los tianguis.
Las zonas elegidas para asentarlos fueron diversas unidades habitacionales al oriente de la capital.
Los barrios que en conjunto se conocen como Tepito fueron duramente atacados, creándose en terrenos baldíos conjuntos habitacionales donde se llevaron poblaciones externas al barrio, provocando a su vez la salida de muchas familias con hondas raíces en la zona, además de aumentar la percepción como barrio inseguro de la ciudad, ya que no siempre se llevaron damnificados por el terremoto.
El gobierno argumentó que el predio era base de operaciones del narcotráfico y piratería, por lo que planeaba construir una clínica y guardería; en contraparte, los pobladores del barrio se declararon comerciantes y dueños de sus propiedades, por lo que salieron de sus casas puestos a defender el barrio.
También existe "el mercado de pulgas", una actividad al aire libre donde personas venden distintas cosas usadas, desde juguetes hasta ropa; esta actividad se da en la calle de Tenochtitlan y Matamoros hasta la calle Constancia.
Ha surgido entre sus habitantes una tribu urbana: Tepichulos y Guapiteñas, caracterizados por su fe hacia San Judas Tadeo; además de sus vestimentas regularmente claras, gafas obscuras y un peculiar modo de portarlo.
Otros afamados pugilistas tepiteños son Ricardo Moreno El Pajarito; José Medel El Huitlacoche, Octavio Famoso Gómez y Carlos Zárate Serna El Cañas.
Sobre el vestido hay una gran cantidad de joyas en su cuello, brazos y prendidas a su ropa.
Estas son ofrendas que se le han dejado a la imagen, así como las flores, frutas (especialmente manzanas), velas, juguetes, dinero, notas de agradecimiento por las oraciones concedidas, cigarrillos y bebidas alcohólicas que la rodean.
Enriqueta se considera la capellán del santuario, un papel que dice haber heredado de su tía, quien comenzó la práctica en la familia en 1962.
En época reciente ha surgido en el barrio otro culto, denominado el Angelito negro, una representación del Diablo.