Hacienda de Santa Anna Aragón

Esta debió tener cierta influencia a través de los préstamos que daba a particulares y a la misma corona, ya que al contrario de otros pueblos indígenas, ganó varios pleitos a la Ciudad de México y a la misma San Juan Tenochtitlán misma que desapareció rápidamente fundiéndose con la ciudad española, además los trabajos en sus tierras eran realizados por los mismos indígenas, bajo la dirección de indígenas, por lo que nunca conocieron la institución de la encomienda, además de que su trabajo solo lo hacían por semana y con un salario, que era del doble del corriente en la época, jurídicamente esta república solo respondía al Juzgado General de Naturales lo que era todo un privilegio.

Es por este Alférez que se le llama Aragón a la hacienda y luego a una zona amplia del nororiente del Distrito Federal de México y la Zona Metropolitana del Valle de México, al parecer los indígenas siempre habían llamado Santa Anna a la hacienda en honor a esa santa, pero como Aragón había creado el casco de la hacienda, el general empezó a llamarle Santa Anna de Aragón.

Esta segunda renta se finiquito por mutuo acuerdo el 25 de agosto de 1765, debido a repetidas inundaciones y otros problemas que hicieron imposible su aprovechamiento por parte del arrendatario, el cual debió cubrir varios gastos para lograr deshacerse del negocio.

[2]​ Por supuesto que este fin amistoso fue precedido por pleitos legales, los cuales permitieron al virrey ordenar su entrega a José Joaquín Moreno, Escribano General de Indios, la administración de la hacienda, en la cual se distinguió y dejó en situación boyante, pero tras su muerte, su hijo fue acusado de robo y tuvo que pasar un tiempo en la cárcel.

Esto último dio nacimiento y auge a los barrios comerciales de Tlatelolco como Tepito o La Lagunilla.

Extensión territorial de la hacienda basada en un mapa del Distrito Federal de (México) en 1824.