Auspicato concessum

Pasa el papa a exponer los males que acuciaban la sociedad en que vivía San Francisco: en amor desenfrenado a las riquezas al lujo ya los placeres, la envidia y los celos entre los conciudadanos, las guerras entre la ciudades vecinas y dentro de la propias ciudades.

En esa situación y para restablecer la salud pública Dios escogió a Francisco de Asís.

El ejemplo de Francisco movió a muchos hombres y mujeres a seguirle, uniéndose a la Orden de Frailes Menores, que él había fundado, o la Segunda Orden de las clarisas, pero Francisco comprendió que entre los que deseaban seguir sus enseñanzas no estaban en condiciones de abandonar a la familia y entrar en las órdenes que había fundado.

Esto le llevó a establecer la cofradía de la Tercera Orden, abierta a toda clase de hombres y mujeres, que sin romper sus vínculos con la sociedad se esforzaban pro vivir las virtudes que Francisco predicaba.

Una situación que se resolvería si se extendiese el mensaje de Francisco, es por esto, dice el papa que Concluye el papa la encíclica, antes de impartir la bendición apostólica, exhortando a los obispos para que cuiden e impulsen esta Tercera Orden, y recomienda a sus socios que se revistan con los sagrados signos de la Orden de la Penitencia,[2]​ y miren y se acerquen a San Francisco, sin lo que no podría realizase nada de lo que se desea.