El papa Gregorio XI falleció durante los preparativos para su vuelta a Aviñón, huyendo de los conflictos y revueltas en Roma.Los cardenales estaban divididos en tres facciones, lemosinos, galicanos e italianos, cada una con su propio candidato.El cardenal Pedro de Luna, junto a Jean de Cros, propuso la elección del arzobispo de Bari, Bartolomeo Prignano, quien no era cardenal y por ende no estaba en el cónclave, para contentar a los romanos y para superar el conflicto entre las dos facciones francesas (lemosinos y galicanos).Insistió en que él por su parte había elegido a Urbano con plena libertad.El fin del apoyo francés hizo que también Portugal y Navarra dejaran de reconocerlo como papa, mientras que 17 cardenales abandonaban la obediencia a Aviñón, quedando solo cinco cardenales leales a Benedicto XIII.En 1406 Benedicto XIII inició conversaciones con Gregorio XII para renunciar de manera conjunta y unificar la sede papal, pero esta posibilidad fracasó al insistir Benedicto XIII en su exclusiva legitimidad.El intento de asesinato habría sido organizado por un cardenal al servicio del papa Martín V.Un médico hebreo trató a Benedicto con un remedio, conocido desde entonces como Pulveris Papae Benedicti, tras lo cual se recuperó.Benedicto también fue sucedido por el prelado francés Bernard Garnier, el antipapa Benedicto XIV, que actuó como "papa en secreto" después de haber sido designado como tal por Jean Carrier, uno de los cuatro cardenales designados por Benedicto XIII en Peñíscola y el único que se opuso a la elección de Clemente VIII.Dos novelistas franceses, Jean Raspail y Gerard Bavoux imaginan que la línea sucesora continuó.[13] En 2022, el Gobierno de Aragón ha manifestado interés en pedir su rehabilitación al papa Francisco.