Sea como fuere, se trata de una época de extraordinaria producción crítica en diversos sentidos y entre cuyas grandes aportaciones se encuentran aquellas por completo ajenas a las modas y corrientes dominantes.En estos casos (así Baudelaire, Wilde, «Azorín»), la obra crítica acaso permita conocer más profundamente al propio crítico que al objeto de análisis, o cuando menos equiparadamente a ambos.Ahora bien, durante el siglo XX convivió junto al pensamiento crítico o teórico general y libre una gran tendencia fundada en las propuestas cientificistas.Naturalmente, la crítica literaria se ha ejercido en España distinguidamente en coincidencia con el auge de toda renovación cultural, estética o artística importante.También existió abultado y acalorado debate con motivo del contraste advertido entre las fórmulas teatrales aristotélicas y el liberador teatro clásico español tal como fue estatuido en el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609) por Lope de Vega.[14] El siglo XIX español produjo una variada gama de muchos matices para la crítica.Fueron notables críticos Pedro Salinas (La poesía de Rubén Darío, 1948, Literatura Española.Está por valorar monográficamente la crítica literaria de diversos autores importantes y dispares que cruzan el medio siglo, como José Bergamín y Gerardo Diego, y sobre todo de las generaciones posteriores, así José Manuel Blecua, Emilio Orozco Díaz, Joaquín Casalduero, Carlos Clavería, Alonso Zamora Vicente, Martín de Riquer, Mariano Baquero Goyanes, Gonzalo Sobejano, Carlos Bousoño o José María Valverde.En último término, conviene hacer referencia, en amplio sentido, a la crítica literaria periodística española del último tercio del siglo XX, época en que adquiere una estabilidad y una dedicación especializada muy superior a la de anteriores épocas, y en cuyas filas han militado autores naturalmente muy diversos como Antonio Iglesias Laguna, Félix Grande, Rafael Conte, José María Castellet, Andrés Amorós, Miguel García-Posada, Ángel Basanta, Juan Antonio Masoliver Ródenas, Leopoldo de Luis, Basilio Gassent, Joaquín Marco, Santos Sanz Villanueva o Ricardo Senabre (estos últimos también autores de crítica académica), entre otros muchos.Algunas revistas (Ínsula, Leer, Quimera, etc.) y suplementos literarios de periódicos (El Cultural, Cultural, Babelia etc.) se han dedicado, a veces parcial o sesgadamente pero siempre con criterio informativo y de servicio cultural, a la crítica literaria y artística de actualidad,[18] o "inmediata", según la denominación utilizada por Senabre.La crítica literaria se ha ejercido en Hispanoamérica en consonancia con la crítica política y cultural desde tiempos de la Conquista de América y la época colonial o virreinal hasta nuestro tiempo.Polémicas similares produjeron textos en los que la crítica literaria es ejercida como instrumento retórico para la argumentación jurídica e histórica.En la obra del argentino Domingo Faustino Sarmiento, especialmente en Las ciento y una (1853), serie de epístolas dirigidas a Juan Bautista Alberdi, el comentario de textos y la crítica literaria en sí obtiene un gran estilo prosístico.De modo similar, Juan Montalvo accede, en su novela-ensayo Capítulos que se le olvidaron a Cervantes (publicada póstumamente en 1892), a un discurso crítico de carácter narrativo o imaginativo.Ahora bien, hacia 1882 José Martí, en su prólogo al Poema del Niágara (1882),[26] del venezolano José Antonio Pérez Bonalde, somete a crítica la alteración que la nueva sociedad mercantil ejerce sobre los paradigmas tradicionales de interpretación y autoridad intelectual.Con toda probabilidad, el más influyente crítico literario de la primera mitad del siglo XX hispanoamericano es Pedro Henríquez Ureña.Alfonso Reyes posee una producción de tal dimensión humanística, como filólogo clásico, crítico, historiador, americanista, prosista artístico e incluso poeta, que le convierte en la figura intelectual hispanoamericana seguramente de mayor envergadura.La única figura crítica parangonable a Reyes es la del neobarroco cubano José Lezama Lima.Compuso en cinco capítulos La expresión americana (1957), obra en que se cruza la originalidad crítica con la estética aplicada.Acaso su mayor y más ambicioso proyecto sea aquel que laberínticamente dejó para reconstruir al lector o la crítica futura, la reflexión estético-literaria metafísica elaborada mediante ensayos de asombrosa y esencialista complejidad técnica conceptual.[36] Entre los críticos literarios hispanoamericanos de la segunda mitad del siglo XX, al margen de otros relevantes, probablemente sean imprescindibles Mariano Picón Salas, Enrique Anderson Imbert, Antonio Cornejo Polar, Ángel Rama, Beatriz Sarlo, Josefina Ludmer, Raúl Castagnino, Antonio Alatorre, Rafael Humberto Moreno-Durán, Guillermo Sucre, Roberto Fernández Retamar, Rafael Gutiérrez Girardot, Noé Jitrik, Adolfo Castañón, Emir Rodríguez Monegal, Grínor Rojo; así como otros muy diversos más o menos destacados: Hernando Téllez, Jaime Alazraki o Christopher Domínguez Michael.