En Valdivia, en cuya universidad enseñaba, estuvo vinculado a la revista de poesía Trilce y en 1972 formó parte del primer concurso que ésta organizó y que ganó Manuel Silva Acevedo.
El interés de Rojo por la poesía es sumamente amplio y ha escrito sobre numerosos poetas, algunos poco conocidos, como Walter Hoefler, para nombrar solo a uno.
La lectura lineal del libro impone una cierta lógica que trabaja con desarrollos y totalidades.
[5] Este es, según Rojo, un fenómeno mundial que se reproduce en América Latina.
Hoy día no hay un García Márquez, un Julio Cortázar, para qué decir un Juan Carlos Onetti.