Los castillos rurales son construcciones de hábitat rural, usualmente casas de labor o cortijos, fortificadas mediante el levantamiento de muros perimetrales y la edificación de una pequeña torre - atalaya El castillo rural desciende de la villa romana fortificada, típica del Bajo Imperio Romano, y de la adaptación que supuso la alquería murada musulmana,[1] que se extendió por los territorios de al-Ándalus, sobre todo en época almohade.
Aunque son muy escasos los Castillos rurales que se conservan actualmente, los estudiosos entienden que debieron ser muy numerosos, de conformidad con el gran número de referencias documentales existentes.
Abundaban sobre todo en las riberas del Guadalbullón, especialmente en las zonas más próximas a la frontera establecida en el Pacto de Jaén (1246).
No todos estos castillos rurales han desaparecido.
Las alquerías fortificadas, rodeadas de un muro defensivo y apoyadas usualmente por una torre de mediana envergadura, en la que se protegían los campesinos en momentos de conflicto, fue un modelo muy extendido en el Reino de Granada tanto en época zirí, como durante la dinastía nazarí.