El Pacto fue consecuencia de la campaña militar del rey castellano, iniciada en 1245.
Tras atacar localidades como Alcalá la Real o Íllora, su Consejo decidió atacar la ciudad de Jaén, que había quedado aislada, tras conquistar los cristianos las tres vías de acceso desde Granada: El Camino Viejo, que iba por el Puerto Alto y el Puente la Sierra; el Camino nuevo, por Pegalajar, en el que había sido tomado el castillo de La Guardia; y el Camino de Alcalá, que quedó interrumpido tras la toma de Martos.
El asedio de Jaén se prolongó durante ocho meses y la situación llegó a ser desesperada.
A la vista de que no podía hacer nada por salvar la plaza, Alhamar se presentó ante Fernando III, se declaró su vasallo y le entregó la ciudad,[1] mediante la firma del Pacto de Jaén.
Se trata de una cadena montañosa de cierta altura (entre 1.600 y 2.000 m s. n. m.) que funcionó como defensa natural del reino nazarí.