La alfarería en La Rioja (España), como fenómeno etnográfico posterior a la romanización, aúna influencias de zonas periféricas como Aragón y Soria, con otras más alejadas, como Zamora, Valladolid, León e incluso Extremadura.
[1] Sus centros más importantes han sido Arnedo, Haro y Navarrete, el único gran foco en activo a comienzos del siglo XXI.
Las numerosas menciones de olleros,[3] orceros y algún alcaller o alfaller dejan seguir un rastro claro, aunque hasta el siglo XVII no se documenta el título de maestro, y hasta el XVIII no aparece el término "alfarero".
Tenían cuatro asas aplanadas y alto cuello cilíndrico, siendo quizá las más finas de toda la región.
La alfarería tradicional logroñesa se caracterizaba por sus piezas decoradas con estilizados motivos vegetales en zafre (cobalto) y a veces policromadas en azul, amarillo, verde, naranja...
[9] Centro documentado desde el siglo XVI, en 2012 cuatro familias continuaban haciendo alfarería de torno en Navarrete: los Naharro, los Torrado, los Fajardo y los Olarte.
Los antiguos tornos, ingeniosos mecanismos portátiles hechos en madera, ya apenas se usan, si acaso para piezas o encargos especiales.