Los barros de la localidad reúnen excelentes cualidades para aguantar las altas temperaturas del fuego.
Su acceso es a través de la carretera CL-527 que une la capital provincial con Fermoselle.
El Duero ofrece en este espacio parajes tan interesantes como el Salto del Ladrón, la peña Los Danzadores o la ribera junto a la desembocadura del arroyo.
Se caracteriza por un invierno largo, de unos 6 meses, en los que son frecuentes las heladas, superando las 60 al año.
El relieve es bastante suave, aunque cuenta con frecuentes ondulaciones y afloramientos rocosos de granito.
Por lo general, junto a estas cercas se mantienen ejemplares arbóreos de encinas y rebollos.
También se han encontrado en este lugar y en el paraje de Los Casales varios fragmentos cerámicos que pertenecen a la Edad del Hierro I, todos ellos asociados a la cultura del Soto de Medinilla.
Otros fragmentos cerámicos podrían indicar la continuidad del poblamiento de este territorio desde el Bajo Imperio hasta la Alta Edad Media, cuando la localidad quedó integrada en el Reino de León, habiendo sido repoblado por sus monarcas en el contexto de las repoblaciones llevadas a cabo en Sayago.
La extracción del barro blanco no debió de dar problemas, no así ocurrió lo mismo con el bermejo, lo que dio lugar a quejas y a la regulación de su extracción.
El mayorazgo de los Docampo se extinguió a finales del siglo XIX, quedando repartidas sus propiedades entre diversos vecinos y foráneos.
Cada cuadrilla agrupaba varios pueblos del partido y estaba representada por un cuadrillero.
Tradicionalmente han sido considerados de época romana, aunque modificados por las restauraciones a que se vieron sometidos en la etapa medieval, moderna y contemporánea.
El Duero ofrece en este espacio parajes tan interesantes como el Salto del Ladrón, la peña Los Danzadores o la ribera junto a la desembocadura del arroyo.
Nada más entrar en el término de Pereruela, el agua desaparece bajo las rocas en Los Hociles y pasea por la mítica Chimenea del Diablo durante más de 200 m. Allí se encuentra, excavada en la roca, la mítica Sala del Tesoro.
De gran popularidad en la zona son las peñas del Caurterón y La Palla, junto con el teso de Bárate, vinculadas por los lugareños con el héroe sayagués por excelencia, Viriato.
Existen otras peñas que por sus formas caprichosas han alimentado la fantasía de los perigüelanos, entre ellas las de peña Redonda, El Viso, la Gorra, Esculca o El Pendón.
En su nave es fácil distinguir los diversos estilos arquitectónicos románico y gótico que lo conformaron.
Cada una de las localidades que conforman su término, ha sabido conservar sus construcciones tradicionales, con sus portalones principales, balconadas, ventanas y portones traseros, para carros y animales, tradicionales en todo Sayago, resto de molinos, hornos (casero y de cocer cerámica), palomares, etc.
El descansadero de las Gallegas también destaca por su fuente hecha sillares y cubierta con grandes lajas.