Ángel Sierra Basto

Abuelos por parte materna: María Antonia Vargas, oriunda de El Agrado, sin más archivos hallados por esta rama.

Empezó a escribir, al igual que Victor Hugo y Alfred Tennyson, desde muy tierna edad:

A temprana edad dominaba varios idiomas, entre los que se encuentran el castellano, el francés, el inglés, el griego, el latín y el esperanto.

Poco después ingresó a la Universidad del Cauca, cursando 2 años de derecho, donde fue su acudiente Álvaro Pío Valencia; con una suerte similar a la de Gustavo Arboleda, Estanislao Zuleta y Diego Castrillón Arboleda, no optó por el título.

Publicó su primer libro de poesía en 1963, titulado Dimensiones por gestión del poeta Gustavo Andrade Rivera ante la British Petrolium Co..

También se leen poemas suyos en la revista Ecos del bachillerato nocturno José María Rojas Garrido (Neiva).

En 2010 Oliver Lis publicó su antología póstuma con su biografía titulada Vida y Obra del Poeta Papelípola Ángel Sierra Basto - Xenias & Apophoretas de Menein Laos, que consta de tres libros póstumos, a saber: I - Filosofías & Rimas Rúnicas (una evolución de la poesía influenciada por malditismo y decadentismo, a la poesía mística); II - El Corazón de mi Alma aún Puede Cantar su Grito (poesía anacreóntica); III - Cartografía Onírica del Huila (poemas alusivos a los municipios del Huila), y su biografía; obra ilustrada por Rodrigo Valencia Quijano, Arran Stephens, Michael Schulbaum, con comentarios del aedo Armando Cerón Castillo y Jorge Elías Guebely.

Allí donde la playa es más amena hinca el pico ganchudo, con alarde; vomita fango pútrido, envenena, y valida mi tesis con su insulto: Hay horas como pulpos.

No se encuentra su rostro en la derrota ni presta fuerzas al vivir cansancio; con su propia intuición, sabe la vida a lúpulo: Hay horas como pulpos.

Abraza el hectocótilo de valvas del amigo traidor en el saludo y hay horas como pulpos.

Dicho concejal según Guillermo Plazas Alcid, conforme a la obra de Oliver Lis fue Víctor Manuel Cortés Vargas.

Para este año escribió a su compañero papelípola Darío Silva Silva una carta muy emotiva que reza: Me ocurrió como cuenta Heródoto del poeta del Ática: Envidiosas las musas porque su lira lo hacía agradable a los dioses, le sacaron los ojos.

Pero nada en la vida es nefasto ni hay desgracia en perder la visión, porque entonces el Verbo hace el milagro de que actúe la visión interior y así con el tercer ojo no sólo se aprecia el mundo físico, sino el cosmos interior.