El cianuro de hidrógeno puro es un líquido incoloro, muy venenoso y altamente volátil, que hierve a 26 °C.
En 1752, el químico francés Pierre Macquer dio un importante paso al mostrar que el azul de Prusia podría convertirse en un óxido de hierro más un compuesto volátil que podría emplearse como reconstituyente del colorante.
Los siguientes descubrimientos tras Macquer fueron el aislamiento y la caracterización del ácido cianhídrico en su forma más pura desde el azul de Prusia en 1783, gracias al químico sueco Carl Wilhelm Scheele, y durante esa época se le dio de forma eventual el nombre alemán Blausäure (literalmente, ‘ácido azul’), debido a su naturaleza ácida en el agua y su derivación del azul de Prusia.
El radical cianídrico recibe su nombre de «cyan», que proviene del griego clásico y que significa azul, debido a su origen del azul de Prusia.
El cianuro de hidrógeno se produce en grandes cantidades en todo el mundo por la industria química.
Este método se utilizó hasta 1894, en que Hamilton Castner desarrolló su síntesis a partir de carbón, amoniaco y sodio produciendo cianuro de sodio, que reacciona con ácido para formar HCN gaseoso.
Su toxicidad se debe al ion cianuro CN-, que inhibe la respiración celular.
Suele producirse por la combustión de productos sintéticos tales como ropas, moquetas, alfombras, etcétera.