No es atacable por el ácido clorhídrico, hecho que facilita su diferenciación de otras rocas como la azurita que efervesce al reaccionar con ácido clorhídrico diluido (10 %).
En el antiguo Egipto se consideraba una piedra muy importante y preciada, adornando los escarabajos sagrados con ella, o en máscaras funerarias.
Además fue muy buscado entre los grandes pintores en la Europa del Renacimiento, y en América por los pintores de la conocida escuela cuzqueña, por su estabilidad y permanencia de color.
Leonardo da Vinci, Alberto Durero y Fra Angélico fueron algunos de los ilustres pintores que le dieron vida, llegando a denominar al polvo de lapislázuli como «oro azul».
El lapislázuli se ha grabado con frecuencia, cuando los fragmentos han sido suficientes en tamaño, en copas, vasos y esculturas, entre otros.