La fractura concoidea o concoidal es un tipo de rotura con forma de concha,[1] que presenta una cara cóncava en un fragmento y convexa en el complementario y la superficie puede ser lisa o con estrías concéntricas.
El nacimiento es la parte donde el material recibe la tensión que va a provocar la fractura (bien por impacto o por una fuerte presión).
La morfología elíptica no es intrínsecamente mejor o peor, pero para los humanos de la Prehistoria suponía unas claras limitaciones, ya que sólo podría proporcionar piezas anchas y cortas: lascas.
Existe cierta relación entre el espesor del sólido y la superficie de fractura, ya que sus paredes exteriores reflejan continuamente las ondas elásticas transversales.
Caso especial es el de las hojas líticas; ya que la fractura concoidea natural tiende a ser más ancha que larga y, sin embargo, gracias al dominio del efecto borde, los artesanos prehistóricos conseguían productos extremadamente alargados y finos, muy adecuados para numerosos utensilios.