[2] Hijo del arquitecto Franz Bruno Frisch y de Karolina Bettina Wildermuth,[3] Max tenía un hermano llamado Franz y una media hermana, Emma Elisabeth, hija que su padre tuvo fruto de un matrimonio anterior.Esto hizo que en 1931 empezara a trabajar para el periódico suizo Neue Zürcher Zeitung (NZZ), uno de los más importantes del país.Al estallar la Segunda Guerra Mundial en 1939, prestó servicio militar como artillero del Ejército Suizo.Disfrazados con máscaras aparecen personajes del pasado histórico, los cuales simbolizan la tiranía de los poderosos.Se critica la inactividad y falta de participación a los que los gobernantes evocan al pueblo, personificado en la figura del mudo.Don Juan se niega a ser un héroe amoroso; ama la claridad y la sobriedad de la geometría.[5] Biederman y los incendiarios (1958), como la califica su subtítulo, es una ´pieza didáctica sin enseñanza´ que nos remite a la realidad política.Como dijo Frisch: “La Andorra de esta obra no tiene nada que ver con el pequeño Estado del mismo nombre; Andorra es un nombre para un modelo.”[5] Biografía (1967) es una obra donde una persona descontenta con su propia biografía le es dado vivir de nuevo su vida según su libre albedrío.[6] Narra la vida de un hombre que se acreditó ante los aduaneros al llegar a Suiza como el americano Jim Larkin White.Este es puesto en prisión preventiva por las autoridades porque se le toma por el ciudadano suizo desaparecido Anatol Ludwig Stiller, contra quien hay instruido un sumario por espionaje.En la prisión empieza a escribir anotaciones sobre su vida, siguiendo el consejo de su abogado defensor, para clarificar su identidad.Hans Mayer de Die Zeit llamó a Barba Azul: "Una bella historia nueva, que con Montauk y Holoceno redondea claramente un tríptico épico.Sus últimas obras emplearon un estilo más estricto, conscientemente sin pretensiones, que Frisch describió como "generalmente muy coloquial" ("im Allgemeinen sehr gesprochen").Nuestra preocupación central sigue sin estar escrita, y eso significa, literalmente, que usted escribe a su alrededor.[13] Frisch adaptó los principios del teatro épico de Bertolt Brecht tanto para sus dramas como para sus obras en prosa.En el Diario 1946-1949, Frisch deletrea una idea central que recorre su trabajo posterior: "No te harás imagen grabada, Dios nos instruye.Eso también debería aplicarse en este sentido: Dios vive en cada persona, aunque uno mismo puede que no lo note.Solo a través del amor pueden manifestar las personas la mutabilidad y versatilidad necesarias para aceptar el potencial interno intrínseco de los demás.Hans Jürg Lüthi divide el trabajo de Frisch en dos categorías, según cómo se trata esta imagen.En esta segunda categoría coloca las novelas No soy Stiller (1954) y Gantenbein (1964), en las que los principales protagonistas crean nuevas identidades precisamente para dejar de lado sus clichés preformados.En No soy Stiller Frisch establece un criterio para una vida plena como "que un individuo sea idéntico a sí mismo.Claus Reschke dice que los protagonistas masculinos en las obras de Frisch son todos tipos intelectuales modernos similares: egocéntricos, indecisos, inciertos con respecto a su propia imagen de sí mismos, a menudo juzgan mal su situación real.Sus relaciones interpersonales son superficiales hasta el punto del agnosticismo, que los condena a vivir como solitarios aislados.Si desarrollan una relación más profunda que involucre a las mujeres, pierden el equilibrio emocional, convirtiéndose en parejas poco confiables, posesivas y celosas.[21] Las protagonistas femeninas en las obras de Frisch también conducen a un estereotipo recurrente basado en el género, según Mona Knapp.Sin embargo, en realidad tienden a ser impulsadas por pequeñas motivaciones: deslealtad, avaricia e insensibilidad.En las últimas obras del autor, los personajes femeninos se vuelven cada vez más unidimensionales, sin evidenciar ninguna ambivalencia interna.Aunque se incorporan las demandas políticas, los aspectos sociales siguen siendo secundarios a la concentración central en el yo.La informalidad fragmentaria y apresuradamente estructurada del Diario sostiene un estado de ánimo melancólico subyacente.Bettina Jaques-Bosch vio esto como una sucesión de oscilaciones lentas por parte del autor entre la franqueza pública y la melancolía interna.