Para los murales se recurrió a un pintor austríaco, Johann Michael Rottmayr, aunque posteriormente se consiguió persuadir al italiano Andrea Pozzo para que acudiese a pintar el techo del llamado Salón de Hércules, que con sus 600 metros cuadrados es la sala más grande del barroco vienés.
Los príncipes poseen otro inmueble en Viena: el llamado «City Palace» (palacio urbano), igualmente accesible como museo, más centrado en los siglos XIX y XX tanto en su decoración como en contenido.
El Gartenpalais cayó en declive durante la II Guerra Mundial ya que sus tesoros artísticos se llevaron por razones de seguridad a Vaduz.
Por pocos años, pues en 2011, debido al insuficiente flujo de visitas, el museo redujo su apertura a grupos mediante reserva.
Las colecciones principescas son amplísimas, e incluyen no sólo cuadros sino también abundantes esculturas en mármol y bronce, muebles, porcelanas, etc.
La pintura italiana acapara el protagonismo por la amplia lista de autores entre los siglos XV y XVIII.
Los arropan ejemplos de Piero di Cosimo, Sebastiano Mainardi, Franciabigio, Bernardino Luini, Perin del Vaga, Giuseppe Arcimboldo, Paris Bordone, Moroni, Francesco Salviati, Garofalo... hasta autores del barroco y el rococó como Sebastiano Ricci, Francesco Solimena y Pompeo Batoni.
Pertenecía a la Colección Barbara Piasecka Johnson desde 1990, y los príncipes pagaron en subasta por él 19 millones de libras esterlinas, precio récord.