Sin embargo, fue un artista mucho más limitado que su amigo: nunca consiguió deshacerse totalmente de la herencia quattrocentista en su estilo.
En octubre de 1504 ya figura como pintor inscrito en la Compagnia di San Luca.
En este nuevo viaje a Roma consiguió integrar en su arte algo del clasicismo que allí pudo admirar.
Sus obras finales son preciosistas pero carentes tal vez de la emoción que consiguió en sus mejores logros (David y Betsabé, 1523).
Murió Franciabigio relativamente joven, según Vasari[3] víctima de una «fiebre pestilencial» que se lo llevó en poco tiempo.
Su hermano Agnolo di Cristofano también fue pintor, aunque no nos ha llegado ninguna obra suya.