Diseñado con alas rectas, el tipo vio un extenso combate en Corea con la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) con la denominación F-80.
El entrenador T-33 Shooting Star estrechamente relacionado permaneció en servicio con la Fuerza Aérea y la Marina de los EE. UU.
Pero poco después, presionadas por las exigencias de guerra, las USAAF solicitaron a Johnson que produjese el nuevo diseño XP-80 (Model L-140) en 180 días.
A finales del conflicto, dos unidades se encontraban en Italia listas para el combate, otras dos habían llegado a Gran Bretaña, y no menos de 16 se hallaban ya en condiciones de vuelo.
No fue hasta la puesta a punto del extraordinario motor turborreactor J33, desarrollado con tecnología británica por General Electric, pero fabricado por Allison, cuando el Shooting Star encontró su verdadera dimensión.
Como mínimo, 31 países utilizaron el T-33 en alguna ocasión, y puede decirse que una parte importante de los pilotos de reactores del mundo aprendieron a volar en él y que continúa siendo apreciado por una u otra razón.
Pero al intervenir China en el conflicto, los cazas a reacción MiG, aunque pilotados por inexpertos aviadores recién formados, demostraron que los días de gloria del caza de Lockheed ya habían pasado.