Carol Reed

Con esta actitud, su madre cedió y Carol Reed se unió a la compañía de Dame Sybil Thorndike, haciendo su estreno en ella en 1924.

Cuando Wallace aceptó la dirección de la British Lion Film Corporation en 1927, Reed se convirtió en un asistente personal, supervisando adaptaciones cinematográficas de Wallace y aprendiendo los entresijos internos del mundo del cine.

En 1939, rodó Cuidado con lo que haces (Climbing High), protagonizada por Jessie Matthews y Michael Redgrave.

En ese mismo tren, viajan dos entusiastas del cricket (Basil Radford y Naunton Wayne), que dan la nota cómica de la película.

Este hecho hizo que Reed tuviera un poco más de control tanto del material que podía dirigir así como una elección más personal de sus próximos proyectos.

Así pues, Reed empezó a explorar el género de la intriga.

Después de estos proyectos, Reed se alistó en la British Army para luchar en la Segunda Guerra Mundial.

Durante esos años se enriqueció con muchas experiencias que le servirán en su futuro para sus filmes.

Además, trabajó en la Army Kinematograph Service y dirigió películas de propaganda como The Way Ahead (1944), con David Niven, así como una codirección con Garson Kanin, The True Glory (1945), que ganó el Óscar al mejor documental.

Pero aún estaban por llegar otras grandes obras maestras del genio londinense.

A esta asociación se unió Graham Greene y juntos crearon el siguiente film de Reed El ídolo caído (The Fallen Idol) (1948), basada en un relato breve de Greene.

Carol Reed no consiguió el Óscar, a pesar de estar nominado, pero sí que consiguió el premio del Festival de Cannes por ese film.

Después del gran clásico, Reed se embarcó en diferentes proyectos más bien desafortunados: Desterrado en las islas (A Outcast of the Islands, 1951), Se interpone un hombre o El otro hombre (The Man Between, 1952), que se desarrolla en el Berlín de posguerra, o El niño y el unicornio (A Kid for Two Farthings, 1955) y La llave (The Key, 1958).

Incluso, Reed probó fortuna en Hollywood con la película Trapecio (Trapeze, 1956), interpretado por Tony Curtis, Burt Lancaster y Gina Lollobrigida.

El primero de ellos fue Rebelión a bordo (Mutiny on the Bounty, 1962).

A finales de los 60, Reed realizó su última gran colaboración al mundo del cine.