[4] Entre sus mayores hitos cabe destacar que durante su reinado se realizaron la mayor parte de los viajes exploratorios marítimos del almirante Zheng He, fue terminada la extensa enciclopedia que lleva su nombre y se transfirió la capital de Nankín a Pekín.
Cuando la dinastía mongola o Yuan estaba sofocando la revuelta de los Turbantes Rojos se incendió su monasterio.
Zhu Di consideró que su padre era enérgico, rápido, nunca perdía una batalla y respetaba a los civiles vencidos.
En 1398 murió el emperador Hongwu, y siguiendo la costumbre china, Zhu Di guardó tres años de luto.
Hongwu había designado a Zhu Biao (1355-1392) como heredero; la muerte de este hizo que se planteara un problema sucesorio.
Sin embargo, a pesar de sus claras aspiraciones al trono, Zhu Di procuró no despertar recelos en su padre.
Para paliar su inferioridad numérica, el ejército rebelde utilizó maniobras de distracción: aparentaban dirigirse hacia un sitio para después, en un rápido movimiento, aparecer en otro.
Eso se traduce especialmente en menores impuestos, que quedan reducidos hasta la mitad en algunas zonas.
Esto último deriva del hecho de que el emperador Jianwen había limitado el poder de los eunucos, por lo que estos vieron con buenos ojos a Yongle y se pusieron a su servicio.
Yongle no se repuso nunca de la dudosa forma con la que había accedido al trono.
Dividió a la población en campesinos, soldados y artesanos, cuya categoría tenía carácter hereditario.
La piedra angular del sistema fiscal era el lijin, que se aplicaba a los campesinos.
El comercio se articulaba de dos formas: Yongle promovió medidas para evitar las falsas acusaciones.
A la quinta acusación que se demostrara falsa, el delator era castigado con cien latigazos.
Además consideraba que, al contrario de otros pueblos, se podía sinizar a los mongoles.
La primera resultó un éxito, pues se realizó en invierno y los chinos lograron caer sobre los tártaros por sorpresa.
Sin embargo, paulatinamente, los mongoles aprendieron a esquivar los ejércitos chinos y las otras tres expediciones punitivas no lograron eliminar el poder de los Oirat.
Yongle murió en la cuarta campaña, mientras estaba volviendo a Pekín, dejando el problema mongol sin resolver.
Tras su muerte y la de su breve sucesor, Hongxi, el nuevo emperador Xuande decidió abandonar la provincia en 1426.
Se enviaron delegaciones a varios reinos, entre ellos Tíbet, Nepal, la corte de Tamerlán, Japón, Siam, Arabia, etc.
También los coreanos mantuvieron buenas relaciones, enviando hasta cuatro o cinco delegaciones diplomáticas al año a China e imitando la organización del estado Ming.
Sin embargo en esta ocasión las flotas enviadas destacaron por su enorme tamaño y por la extensión de sus viajes.
Gracias a ello, China dominó esos mares durante el reinado de Yongle, eliminando la piratería del mar de la China Meridional y estableciendo intensas relaciones diplomáticas, tributarias y comerciales.
En general intentó contentar a las religiones mayoritarias de China (confucionistas, taoístas, budistas y musulmanes).
Es difícil saber si Yongle fue realmente una persona espiritual o sólo utilizó la religión para sus propios fines.
Para evitar perder el Mandato del Cielo se sometió a ritos de abstinencia sexual y ayuno.
También evaluaba los desastres naturales como un indicio de que había perdido el Mandato del Cielo.
Sin embargo Yongle, aconsejado por los confucionistas de que era mejor seguir la línea sucesoria por primogenitura, nombró heredero a Hongxi.
Esa megalomana escenificación del poder político, sin embargo, está combinada a veces con una profunda resignación ante las adversidades divinas.
[13] Yongle es descrito varias veces como una persona inteligente, fría y calculadora, aunque en otras ocasiones muestra un carácter mucho más irritable.