Los monolitos naturales están formados por un único tipo de roca, normalmente rocas ígneas o metamórficas, duras y compactas, que la erosión ha dejado expuestas y destacadas en el relieve circundante.
El mayor monolito natural conocido de la Tierra es el monte Augustos, en Australia.
Investigadores las ubican unos alrededor del 6000 a. C. y otros por el 12.000 a. C.[1][2] Los primeros edificios compuestos por monolitos son los dólmenes, a partir del V milenio a. C. Un monolito también puede ser un elemento arquitectónico de un edificio compuesto de un solo elemento (columna, dintel, etc.).
Abandonó la cantera, pero se mantuvo plantada en ángulo, no muy lejos del lugar de su extracción.
El obelisco de Letrán en Roma, se ha dividido en tres pedazos, pero reconstituido y reeregido (o al contrario) por el papa Sixto V.